18.12.08

.o tengo los ojos abiertos.


Siempre me dije: hasta entonces. Siempre creí que era más fácil estar lejos y yo siempre lo estaba. Del otro lado, donde no tenía que robar fotografías, encontrar portarretratos únicos, escribir las listas, preguntar las cosas. Donde las cosas eran y no importaba porque yo qué más da.
Estaba equivocada, como siempre. Pero ya no había arriba ni abajo.

Irse no es alejarse. Volver no es alejarse.






Os dejo aquí algunas cosas. Para cuando me toque volver.

15.12.08

.fotofobia.


¿Qué tal si mi inconsciente tiene razón y no amanezco? Qué tal si compro siempre los libros equivocados y hago mal al referirme a él por su art nouveau. Qué tal si me detuve en un momento y tras tantos años no he vuelto nunca a emprender la marcha. Qué tal si las excusas de regadera no son las verdaderas o si las manos que me pides no son las de ayer si no las de mañana. Qué tal si al final descubres que las crisis soy yo, que los dolores de cabeza soy yo, que los poemas mal escritos soy yo.

13.12.08

.sueños atrasados. .16.12.08.

Voy por un largo puente en bicicleta. Es angosto y pareciera que apenas entro yo, salgo de una isla para dirigirme a otra pero apenas miro a la distancia las manchas verdes de su espesa vegetación. El mar enorme y llano y sin olas es también una enorme mancha azul inamovible a la vez que inquieta. Voy en busca de algo, como si necesitara llamar a alguien o dar aviso de algo, pero tengo la sensación de que hace mucho tiempo que no recorro esos caminos y no me siento confiada en no perderme, pero continuo andando. De pronto hay una bifurcación que no recordaba, aunque tampoco me extraña demasiado, sin detenerme y sin reducir la velocidad me voy por el lado derecho del camino. Conforme avanzo me doy cuenta de que mientras mi rumbo se va torciendo, casi como si quisiera regresar sobre sus pasos el propio puente y devolverse a la isla, el otro continua recto hasta el sitio donde en realidad yo quería llegar. Sin embargo no me detengo, continuo, hasta que siento como si el camino del puente se hubiera vuelto una leve corriente de agua sobre la que avanzo y tengo que entonces detenerme justo en el momento en que el puente se termina, roto en medio de las aguas. A lo lejor miro otra parte de la isla de la que vengo, una parte que sabía existía pero no podía recordar. Hay como una entrada de agua particular que se cierra entre la arena, extensa arena, donde el agua se asienta en tonos purpúreos y hermosos. La arena se ve más clara y suave que nunca, y un pequeño grupo de personas nada felizmente en la zona marítima restringida. Hay unas pequeñas cabañas a lo lejos.
Me recrimino por haber olvidado aquel paraje, por no haber regresado. Pienso en que después podré darme una vuelta por allá, llevar a algunas visitas que me persiguen como fantasmas sobre el hombro. Pero ahora no, ahora tengo que llegar a algún lado.
El sueño cambia y yo voy viajando en un helicóptero. Dentro de él, la parte de atrás es una especie de habitación metálica donde yo y otras cinco personas permanecemos de pie en espera que aterricemos. Parece como si las compuertas estuvieran abiertas y el viento meciera nuestros cabellos desordenadamente. Hablamos pero no hay coherencia en nuestra conversación, todos tratan de explicar lo que hacen como si se lo repitieran a ellos mismos. Como si eso lo validara de algún modo. Yo me digo que tengo que buscar a alguien, llegar al otro lado, transmitir o buscar un mensaje. Volteo a mirar por la ventana y veo el mar de frente, justo del otro lado de la ventana. El choque es suave, como si nos adentráramos voluntariamente en el mar. El vuelo errático del helicóptero se había desviado al punto en que terminamos adentrados en el mar. Como si las puertas estuvieran abiertas nado rápidamente hacia la superficie para descubrir que estoy cerca de la orilla y salgo.
Es una pequeña población, apenas de unas pocas casas, con gente caminando de un lado a otro como si hubiera alguna distinción entre aquellos bordes de arena. Me siento en la orilla, mirando hacia las esquinas rotas de los puentes, pensando en el metal roto del helicóptero. Pienso en cómo recuperar el tiempo que he perdido ahora así, varada en un punto inconexo. Entonces recuerdo mi equipaje, mis cosas que ahora se encuentran en el fondo del mar como un triste tesoro contemporáneo. Lo único que me preocupa en ese momento son mis números telefónicos irrecuperables, como si la comunicación también hubiera sido interrumpida en ese punto.
Siento un dolor en mi brazo, como una herida punzante, me volteo y miro que el agijón que sobresale de una caracola se ha clavado en mi palma. La herida duele pero no sangre, arranco violentamente el caracol con mi mano libre y siento un último tirón de la herida. El agijón queda separado de la caracola, como si no hubiera ningún animal detrás, simplemente ese brazo tratando de alcanzar algo. Al arrojar la caracola siento como si no pudiera caminar y me voy hacia adelante, me apoyo en la arena y siento de nuevo otras punzadas, otras heridas en mi cuerpo. Como si tuviera que deshacerme de muchos caracoles y entonces veo que hay por toda la playa. Inmóviles, con la extensión rojiza por fuera como un aviso claro de sus intenciones. Siento que hay alguien junto a mí que también se quita los agijones, yo hago lo mismo y me pongo de pie antes de que suceda de nuevo y avanzo por la playa.
Entonces llego a un armario de madera, pequeño con paredes blancas y la puerta con mirillas. Detenido en medio de la nada, de cara al mar, a unos cuantos metros y abro la puerta. Dentro está Abril, recostada en el fondo. Luce pequeña, como si estuviera dormida y se sintiera incómoda de verme ahí. Le digo que no estamos seguras ahí, que hay muchas amenazas en esa playa. Ella me dice que no es así, que me quede dentro del armario, que ahí estaremos seguras por la noche. Ya ha comenzado a atardecer desde hace algún rato y temo a cuando todo esté oscuro, entro. Una vez dentro siento como si el armario fuera enorme y entonces volviera a empequeñecerse en un segundo. Ella se acusta en el suelo, encogida, dejando un espacio más hacia el fondo, chocando con la pared final. Paso por encima de ella y me acuesto a su lado. Siento como si mi cuerpo fuera enorme y estorboso en comparación al de ella, que se acuesta dándome la espalda, como si mirara a través de las rendijas cómo el atardecer se va ocultando. Ella se cubre apenas con una delgada sábana azul pálido que tiene algunos insectos pequeños caminando por encima de ella. Sacudo la sábana y empujo todo lo que pudiera entrar por debajo de la puerta hasta que queden fuera del armario. Nos cubro a ambas con esa manta pero temo entonces que cuando la luz se vaya por completo muchos más insectos entrarán a caminar sobre nosotras.
El sueño cambia, como si despertara a la mañana siguiente, escucho fuera que mi padre grita mi nombre. Salgo del armario y estoy dentro de un cuarto de hotel, como si hubiéramos estado de vacaciones todo este tiempo y él me estuviera buscando tras una noche que pasé fuera. El cuarto luce como de un modesto hotel de playa. Blanco, con muebles de mimbre. Dos mujeres mayores vestidas de blanco, que son sus hermanas, parecen recoger todo. Estamos a punto de irnos pero yo tengo la sensación de que aún no he hecho lo que iba a hacer ahí.
Entonces despierto.




En mi sueño suena "Desnuda en el Pacífico" de Corcobado.

.sueños atrasados. .06.12.08.

Me llegaba un mail de Esther. Una especie de mensaje comunitario dirigido a decenas más de personas con una especie de ensayo casual y espontáneo en el que presentaba una serie de reflexiones sobre la influencia del azucar en distintos grupos musicales. No puedo leer el mensaje concretamente, solo puedo mirar la pantalla demasiado blanca.




En mis sueños suena "Real sugar" de Roxette.

8.12.08

.para no olvidar.


me gusta tu cuaderno y no el mío
sucio y desprolijo
ráfagas de nada
necesito mucho tiempo
de horas destilladas
para recuperar el habla

quiero tu cuaderno donde vi
mi nombre escrito
el mismo día que desapareció
juro que no fui yo
quien te lo robó
alguien me ganó

y al ver como te vas
subiendo la escalera cuando aplauden al final
quisiera que estuvieras por completo
pensando en todo esto y nada más
y en nada más

me gusta tu cuaderno y no el mío
sucio y desprolijo
ráfagas de nada
necesito mucho tiempo
de horas destilladas
para recuperar el habla
para recuperarme

y al ver como te vas
subiendo la escalera cuando aplauden al final
quisiera que estuvieras por completo
pensando en todo esto y nada más
y en nada más




[Rosario Bléfari]

6.12.08

.sueños. .06.12.08.

La superficie llana parece abarcar hasta donde alcanza la vista, aunque yo siento como si a lo lejos estuviera el mar. Fuimos de visita a casa de un primo pero yo siento como si todo el viaje estuviera lleno de engaños. Escucho la voz de mi tía dándome indicaciones y entonces yo caigo por un agujero en la tierra y me adentro en un entramado mecánico sin nada establecido. Caigo, llego hasta distintas habitaciones, trato de bañarme en una pequeña cubeta metálica que se sotiene en medio de la nada. Hay luces junto a las rocas, hay pasillos cubiertos por telas. De pronto estoy sentada en una mesa y hablamos de la muerte de alguien, la muerte imaginaria de alguien pero entonces la certeza de la muerte, como concepto absoluto cae sobre todo nosotros y no podemos bromear más. Tocamos madera, sólo mi primo y yo, somos los únicos que hablamos. Pero él luce más joven, viste de colores claros. Estamos de nuevo perdidos en su casa subterránea, pero no sé a qué altura. En otra habitación mi tía vuelve a decirme algo que no entiendo, junto a la pared camina María como si ya tuviera un par de años, con un traje morado que la abriga como si hubiera demasiado frío. Yo sigo escuchando agua que cae en algún lado, todo luce oscuro pero aún no es de noche, como una capa azul sobre todo lo que veo.
Más cosas suceden, antes y después, que no puedo recordar. Eventualmente despierto.




En mi sueño suena "Antes" de Jorge Drexler.

.sueños atrasados. .05.12.08.

Apenas acabo de despertar y camino por el departamento buscando algo. El lugar luce mucho más amplio y lleno de cosas que lo normal. Entro al cuarto y me encuentro con Karla, quien parece estar trabajando en una especia de proyecto. Luce también mayor, como si fuera de mi edad. Me dice que encontró un regalo ideal para que le dé a Eduardo. Abre una especie de acordeón de papel en azul, donde se ven recortadas siluetas de hombres y en letras blancas dice 'mi siguiente marido'. Le digo que es una idea curiosa y continuo con mi búsqueda, ella va rumbo a la sala.
Cuando entro a la sala veo a Sergio y a una amiga de Karla desayunando, como si fuera un departamento comunal. Les digo que ya estoy lista y todos bajamos.
Vamos en el coche de la chica, ella maneja y yo voy de copiloto. Detrás van Sergio y Karla. El coche es pequeño y azul, avanzamos por la ciudad como si fuera todo de juguete. Los edificios lucen enormes y con miles de pequeñas ventanas, todo brilla mucho y no hay calles establecidas si no el espacio entre un edificio y otro. Karla me dice que tienen que buscar una pantera de peluche para el proyecto que están terminando. Les digo que no tengo prisa y espero mientras pasan junto a edificios cuya planta inferior son sólo escaparates muy brillantes pero con pocas cosas. Llevo puestos unos shorts beige y unas sandalias y pienso que tendré mucho frío dentro de poco, o que quizá llueve, que fue una mala elección. Subo los pies sobre la parte delantera del coche, quebrándome completamente mientras trato de abrir un paquete de los muppets que me regalaron.
Nos detenemos frente a un edificio y Karla baja, la tienda está en el segundo piso y tenemos que esperar a que vaya a ver si encuentran lo que necesitan. Consigo abrir el paquete y dentro hay una rodillera con la imagen de la rana René y de Peggy. Luce plástica y estrecha. Sergio me dice que no me atrevería a usarla y le digo que por eso me puse shorts. Me cuesta trabajo ponerla en mi rodilla izquierda y cuando finalmente lo logro Karla regresa al coche, aunque no queda muy claro si consiguió la pantera o no. Miro la rodillera y ya no me parece que luzca bien, y pienso si la elección de ropa fue la adecuada.
Entonces despierto.




En mi sueño suena "Manamana" de The Muppets Show.

.destello de sueños. .04.12.08.

Avanzamos por las calles cercanas a su casa, como si buscáramos algo. Parece una salida informal y apenas si hablamos entre nosotros. Aunque escucho atrás de mí la voz de Alejandra, aunque no sé con quién habla. Voy casi al frente y él junto a mí, sin que me de cuenta me toma de la mano, como si ambas manos tomadas fueran agua de los charcos bajo nosotros. Noto la mirada de Alejandra sobre mí pero no me suelto, en ese momento no me importa. Casi llegamos a la avenida.




En mi sueño suena "Radio actividad radial" de Andrés Calamaro.

.sueños atrasados. .04.12.08.

No estoy segura de cómo llegué aquí. Me muevo silenciosamente por los pasillos o por el entramado exterior del edificio. Nadie debe verme. No sé si sea porque me encuentro fuera de la habitación que me asignaron y debiera estar encerrada como todas las demás mujeres, o si ni siquiera debería estar aquí.
La agitación que se escucha dentro del edificio es sorda, como si quien me persiguiera también lo hiciera silenciosamente, sin ser visto. Hay más gente conmigo pero no puedo verlas, sólo intuyo que avanzan a la par que yo.
Entro por una ventana y las demás ya están dentro, pegadas a la pared como si pudieran perderse dentro de ella. Cierro la puerta con seguro y la mujer cautiva me mira sin comprender lo que sucede. Es muy alta, de cabello claro y vestida de vaquera. La empujo y cae de espaldas sobre la cama, sin tratar de levantarse. Las demás rodean la cama y yo salto sobre ella. Quiero hacerle daño, quiero arrancarle las capas. Se mueve como si fuera una muñeca, torpemente, sin cambiar el gesto. Su cuerpo se va hinchando, como si fuera plástico, siento sus ropas como si fueran una membrana cubriéndola apenas, sus venas resaltan bajo su piel traslúcida como si fueran a reventar. Quiero arrancarle la ropa pero siento como si quitara una funda tras otra que terminan atoradas en sus botas ajustadas. No cambia el gesto, la sonrisa idiota. Estoy confundida y no sé qué hacer, las demás sólo miran, no dicen nada.
Tocan a la puerta, una vez, se dan cuenta de que está cerrada. Nos han descubierto, no espero a que las demás hagan nada más y salgo por la ventana. Fuera me sostengo de una cuerda, miro el balcón que une a todas las ventanas de ese pasillo y su conformación extraña, como si fuera una cápsula, incapaz de sostener a nadie. Avanzo hasta la última ventana y entro, pero caigo dentro del cuarto. Al levantar la vista veo a una mujer de pie frente a mí, una mujer hindú con una elegante bata verde. Está descalza, no puedo ver su rostro, sólo alcanzo a ver sus pies y su cuerpo elevándose hasta donde no alcanza mi vista. Me mira queda, sin decir nada, sin alarmarse ni preguntarse nada. Me pongo en pie y salgo del cuarto, veo por el pasillo que ya han entrado al cuarto de la vaquera. Corro en dirección contraria hasta que ya no hay más luz para alumbrarme.
Entonces despierto.




En mi sueño suena "Princesa" de Joaquín Sabina.

.sueños atrasados. .03.12.08.

Jessica había ido a visitarme, sentí que ambas nos encontrábamos demasiado lejos. Estaba sentada en el primer piso de un restaurante, en un pasillo estrecho y hacia el final se escuchaba el sonido de un tren como si pasara justo junto a nosotros. Estaba sentada en una mesa con varios hombres, no hablaba, apenas si los conocía de vista y sentía que estaba ahí por Jessica, pero Jessica no estaba.
Uno de ellos me miraba cada cierto tiempo, me hacía preguntas y trataba de incluirme en la conversación, pero eso me hacía sentir incómoda. Me preguntaba si ya lo conocía, o el por qué de su interés.
Siento que ha transcurrido demasiado tiempo y me voy, los dejo ahí sentados y me doy cuenta que es la única mesa que continua ocupada, no hay nadie más. Camino y llego hasta una especie de catacumbas, aunque en realidad se trata del metro. Pero todo luce derruido, de cemento tosco, sin pintar. Avanzo por un pasillo pero miro a lo lejos varios túneles por donde podría avanzar, varios pilares que apenas si sostienen el peso sobre mi cabeza. Escucho al metro pasando como si pasara junto a mí, detrás de mí, sin que yo pudiera verlo. Camino sin saber hacia dónde me dirijo hasta que llega un hombre muy alto y me toma de la mano, me dice que tenemos que avanzar. Avanzamos rápidamente pero siento como si flotara un poco por encima del suelo, él sigue jalándome de la mano y aunque va frente a mí siento que siempre estoy viendo sus ojos. El metro pasa frente a nosotros, sin detenerse, violentamente, todo parece suspendido hasta quedar en una imagen congelada. Ya sé cuál es la película, le digo, ya la he visto antes. Y todo se detiene, él me mira triste porque sabe que lo he descubierto, yo me pregunto cómo no lo había recordado antes.
Entonces despierto.




En mi sueño suena "Cine de verano" de Corcobado.

.sueños atrasados. .02.12.08.

Miro por sobre el hombro de otro personaje. No estoy yo en el sueño. Estamos en la colonia de mi infancia, las casas lucen limpias pero como si estuvieran abandonadas, o como si todos estuvieran escondidos muy dentro de ellas, ajenos todos a las calles. Nos detenemos frente a la casa de mi infancia, abandonada. Dentro debe comenzar el juego y todos han aceptado entrar, menos la mujer que soy yo. No tiene idea a qué han ido y nadie le ha avisado hasta encontrarse en la puerta. Todo parece normal, pero dentro la casa es profunda y húmeda. Dentro hay un cocodrilo y todos se juegan la vida viendo quién puede escapar. Ella no quiere jugar, ha sobrevivido ya al ataque de un cocodrilo y no quiere arriesgarse de nuevo. Nadie parece insistir pero en el fondo esperan que se quede. Ella sale corriendo y los demás sólo la miran.
Yo quiero despertar. Ella recorre las calles de la colonia buscando a alguien, o un sitio donde refugiarse. Pero no hay nada. Camina y es como si diera vueltas en círculo. El sol brilla demasiado, el día luce muy cálido aunque parece que pronto se avecina la tarde.
Se detiene frente al número 17 de una calle perpendicular, el frente está poblado de plantas y las puertas y ventajas cubiertas por rejas blancas. Mira de frente la casa cuando escucha que alguien le habla. Voltea y ve a uno de los chicos con los que fue. Le dice que fue detrás de ella, aunque no quedan muy claras sus intenciones. Ella pregunta si dejó la puerta abierta y él dice que sí, como si no supiera lo que ello significa. Ella comienza a sentir al reptil por todos lados, como si lo escuchara moviéndose por las calles. Como si ella fuera la colonia, la ciudad, y el cocodrilo la recorriera lento, esquivo.
Mira las rejas de las ventanas altas y piensa que si tan solo pudiera alcanzarlas. Salta y queda colgada de ellas, pero es imposible entrar por las ventanas. El chico en la calle vuelve a repetir que fue a buscarla. Escucha ella un rugido de fondo y cuando baja la vista ve un perro blanco mirando al chico. Luce tranquilo y no es muy grande, pero ella sabe que tiene al cocodrilo por dentro y que está dispuesto a saltar en cualquier momento.
Ella quiere despertar, yo quiero despertar, y entonces despierto.





En mi sueño suena "Sozinho" de Caetano Veloso.

2.12.08

.o tengo los ojos abiertos.


Nos queda el cansancio crónico como la excusa de siempre, el coctel de frutas sin papaya, el letrero de McDonalds como muérdago inoportuno, la tienda de películas que nunca está en la calle correcta, la esquina del primer hotel, la terrible sopa del día, tres mil segundos menos, Olivia y todos los malabares de sus circos, libros de lugares a los que nunca iremos, cajas que debían llevarme en otras direcciones, el eco del grito de los pavorreales, los hombres que se caen con sus martillos, heridas profundas que no podemos suturar sin romper los vasos, palabras encadenadas en nuestras tardes. Nos quedan las preguntas sobre la mesa. Lo cotidiano, lo esperado inesperado, el te veré mañana con helado. Antes de que se termine el día.

.detalles diurnos.


Se había encogido miniatura hasta encerrarse en una caja. Por la ranura asomaban sus deliciosas piernitas envenenadas. Toda ella en diminutivo: engañosa. Él habría querido recorrer sus rincones, dejar que el humo de aquel cigarro infinito penetrara en sus pequeños ángulos, que la acumulación de lluvia los llevara juntos a un ayer. Cualquiera. Eran sus obsesiones, se repetían en silencio, confusos, sin saber cómo interpretar esa paranoia de conocerse. A secas, de un lado de la mesa a otro, sin pasar la sal cuando fuera necesario. Sopa de arroz, impensable. La chica soap opera decía: no eres tú. La chica soap opera decía: quédate. Si alguien iba a escucharla tendría que ser él, pero la mujer caja se confiaba en su mal oído, en sus ridículas heridas, en el arroyo sangre que caía desde su dedo. Benedetti y la sangre, sin confesarlo, porque nadie debía saber ahí que leía a Benedetti. Cuestiones de honor, menudas y sin significado. Al final ella tiene un juego de sandalias nuevas y él la edad en suma de todas sus infancias. El cigarro se queda a la mitad, hay que cerrar ciertas puertas.

30.11.08

.detalles diurnos.


Iba a resultar que Freud tenía razón y la mujer cocodrilo no tenía un caos en las hormonas si no todas las tuberías averiadas. Lo supuso ante el círculo con que sus labios formaban la o. No. Qué Dalí en negativa ni qué nada. Era fácil preveerlo, sin todas sus adivinas, o sin las adivinas de él, que eran más y tenían más peso. ¿Con qué asocias esta mancha, Samantha? Soy algo más que mi nombre y que mis traumas. O eso me gusta creer cuando se va la luz y mis huesos no resisten la estructura de mi cuerpo. Soy algo más que un historial de enfermedades inventadas y de anécdotas escritas en desorden.
O eso me gusta creer.
Cuando se acaba el té y de cocodrilo sólo tengo el apellido y los sueños acuosos. Antes de despertar, Samantha narrando el sueño de Kafka ante el abismo. Todos estamos alerta.

.sueños. .30.11.08.

Habíamos llegado hasta un pequeño conjunto de casas, a modo de campamento, en medio de un bosque brillante y cálido. El grupo estaba formado de manera aleatoria, como si hubiésemos sido escogidos para cumplir con una misión concreta que resultaba difícil de precisar. Bajábamos del coche, Eduardo, dos chicas que me parecía conocer superficialmente de la isla y yo. En el lugar ya estaban algunos otros conocidos, aunque aún no podíamos verlos. Todo lucía demasiado tranquilo, como si lo único que se moviera fuera el viento.
Bajábamos con nuestras cosas, equipajes absurdos, y nos dirigíamos hacia nuestras habitaciones. Las casas eran pequeñas, de madera, y estaban organizadas como si fueran las orillas de un cuadrado, donde todas las puertas daban a un espacio abierto de hierba en el centro del lugar. Eran casas pequeñas. Entraba por una de las puertas y atravesaba un pasillo estrecho. Llegaba a un cuarto individual, el único de todos, con una cama enorme de sábanas coloridas, con un cuadro enorme sobre la cabecera y una ventana que ocupaba casi toda la pared de un lado. Era el cuarto de Eduardo, lo sabía, me preguntaba por qué le había tocado el único cuarto individual pero no me detenía demasiado. La ventana era también una puerta corrediza de cristal y salía por ella para entrar en otra de las cabañas. Ahí, en el cuarto en que entraba, habían tres camas grandes, eran los únicos muebles del lugar. La más grande se encontraba en una de las esquinas, colocada contra dos de las paredes que cubrían la cabecera y el lado izquierdo. Las sábanas eran rojizas. Las otras dos, un poco más pequeñas, se encontraban en las paredes restantes: una junto a una ventana grande, aunque no ocupara más que una tercera parte de la pared, y otra separada de cualquier otra cosa. Junto a la cabecera de la cama grande había una puerta que dirigía a un baño u otra habitación. Las dos camas pequeñas, una azul y otra verde, estaban perfectamente tendidas, intactas. Sin embargo yo tenía la noción de que la cama roja era la mía, y dejaba sobre ella varias prendas de ropa clara que llevaba cargando, como si acabara de lavarlas. Pero entonces me detenía mirando la cama destendida, como si pudiera ver también todos los movimientos que habían empujado las sábanas, las personas que habían dormido antes ahí. Es incómodo, dejo entonces mis cosas sobre la cama verde, que es la más lejana.
Entonces entran las dos chicas que venían en el coche junto con una mujer mayor, que aparentemente es una de las organizadoras. Vienen platicando, la mujer les dice que pueden tomar las camas que quedan libres. Pregunto si la roja no estaba ocupada y ella responde que no. La mujer permanece de pie mientras nosotras estamos sentadas sobre nuestras respectivas camas, hablando con ella, mirándola. Ella dice, de manera burlona, si todas nosotras somos novias de Eduardo. Entiendo entonces que las dos chicas que venían en el coche tienen alguna clase de relación con él, conscientes de que también la otra y quizá muchas más, sin que eso importe mayormente. Digo que yo no, quisiera agregar: ya no, pero me callo. Llega la noche y me descubro durmiendo en la cama, siento como si las casas y su orden cambiara mientras dormimos.
Escucho entonces la alarma del despertador, me despierto rápidamente y recuerdo lo que tengo que hacer. La habitación ha cambiado y ahora duermo sola. Me levanto y salgo a patio, las formas se dibujan entre sombras. Camino por una vereda de concreto entre la hierba hasta la casa vecina, donde entro gritando para que los demás se despierten. En una misma habitación están durmiendo las dos chicas y Yahir, mientras que un pequeño pasillo los separa de la habitación de Eduardo. Escucho como se despiertan, apenas, vuelvo a alzar la voz, hay cosas que tenemos qué hacer y es mi deber despertarlos. Se mueven en la cama. Una de las chicas me pide que prenda la lámpara de esferas. Levanto mi vista al techo, que de pronto me doy cuenta que es terriblemente alto, del techo cuelgan mil lámparas con formas distintas, con conceptos imposibles. Una de ellas es una especie de enredadera caída conformada por esferas de colores. Camino hacia la puerta y veo todos los interruptores, como si no pudiera enfocar bien, pero entonces se vuelven uno sólo y es el correcto. La luz que inunda el cuarto es ambarina. Estoy por irme de regreso a mi cuarto, a arreglar todo lo que sea necesario, cuando la otra chica me dice que encienda la luz de los boletos. Veo junto a la puerta una especie de pizarrón de corcho provisto de pequeñas luces. Ahí están clavados los boletos para un evento, como si estuvieran atravesados en una parrilla para pollos, girando. Enciendo su luz y todo alrededor de ellos brilla, es para que no olviden tomarlos antes de salir del cuarto. Son boletos para algún evento que llevan esperando mucho tiempo y que no quieren perderse.
Cuando salgo ya puedo ver claramente, es de noche, una noche cerrada. Una especie de alarma suave suena alrededor y sé que delata mi presencia en el patio interior. Veo que Yahir sale de otra de las casas, burlón, entonces caigo en la cuenta de que no lo vi despertar de su cama porque no estaba ahí. Entiendo que cambió la hora de todos los relojes para jugarme esa broma, como si el hechizo se rompiera todo ha vuelto a la normalidad, como si todos hubieran vuelto a dormir al descubrir, junto conmigo, el truco. No me molesto siquiera por lo que hizo, pienso en todos los relojes a los cuáles tuvo que cambiarle la hora, me doy cuenta que estoy descalza. Camina hacia mí y sin decirnos nada entramos en mi habitación.
Entonces despierto.




En mi sueño suena "Monedas al aire" de Carlos Varela.

29.11.08

.sueños atrasados. .27.11.08.

Avanzo distraída por un gran local, alfombrado y con techo alto, cuya distribución me remite a una librería aunque se trata en realidad de una tienda de teléfonos. No estoy segura de lo que busco y avanzo con duda, como si temiera de los espacios abiertos.
Entonces, al llegar a una parte, una mujer se acerca a mí y me dice que pase, como si me estuviera esperando y supiera todo lo que tendría que suceder a continuación. Camino detrás de ella hasta el espacio entre dos anaqueles de madera clara, cuyos productos no alcanzan a entenderse del todo. Tengo papeles que llenar antes de continuar, como si ella supiera lo que yo quiero, las decisiones que ahora parecen tomadas. Hay una especie de intimidad entre esos anaqueles, como si nadie pudiera acercarse a nosotros. Yo me siento en el suelo en medio de ellos y comienzo a llenar hojas ligeramente azules, con información imprecisa. La mujer se mantiene de pie, alerta de cualquier persona que quisiera acercarse a nosotras.
Entonces, en uno de esos anaqueles hay una pantalla donde comienza a pasar un video. Parte de lo que suceda en el video tendrá que repetirse en las hojas y me dispongo a verlo. Habla de un descubrimiento reciente sobre ciertos peces con características prehistóricas. En la pantalla aparece su descubridor, quien levanta un especimen que parece una especie de mantarraya, de color café y cuya piel parece reproducir formaciones rocosas. Es casi monstruoso, pero con una monstruosidad que raya en lo cómico. La información al respecto parece un murmullo de fondo, el animal comienza a cambiar con las tomas, hasta que termina por ser un pez gigante que necesita ser sacado del mar con la ayuda de dos gruas. Sobre cubierta el científico lo ve, como se asoma vivo, sin heridas, para ser transportado en el barco. Es enorme y su fisionomía ha cambiado radicalmente, a excepción de la piel café y rocosa. Pareciera como si ambos se miraran y el científico lo acaricia tiernamente y deposita un beso sobre su lomo.
Sé que miente, que todo eso ha sido una pantalla, un teatro, lo burdo reflejado en los avances. Todo es mentira pero al mismo tiempo el pez está ahí y tampoco es un engaño. Tengo la noción de que esta comunicación entre el video y yo es algo completamente íntimo, un secreto que debo guardar, de manera que no estoy segura del todo el modo en que debo terminar de responder las hojas.
Me dispongo a continuar con la monótona labor cuando despierto.




En mi sueño suena "Wish you were here" de Pink Floyd.

28.11.08

.detalles diurnos.


Soy tan tonta que lo olvido todo. Qué cometa distraída morado obispo volaba lejos y yo la ignoraba. Caminábamos juntos por las playas de Barcelona y tenías hambre de paella. Con este vestido blanco soñé toda mi vida: tela torpe. Nada cambia. En todos mis paisajes hay un sol y una brisa salada que me golpea hasta en el agua dulce. Si no somos del Caribe, si no somos peces, si no tomamos estas manos para esculpirlas en recuerdos futuros, ¿entonces qué? Soy tan tonta que me olvido de las ciudades que tenían tu nombre, los sueños viejos que tenían tu nombre, los recuerdos que tenían tu nombre. Y yo por dentro me desvisto y regreso a las palabras que te pedían que devolvieras las llaves. Ganas de hacerte reescribir aquel poema, decías, y si estábamos mintiendo era justo.

.fotofobia.


¿Quién te inventa, Barcelona, como yo?

(o como el autor de este cuento que no me deja dormir)

27.11.08

.para no olvidar.


dos pilotos se enfrentan al volante
en el rally a dakar de la m30
el segundo no cumple los cincuenta
y el que va por delante
del sargento pimienta es un marciano
que canta por los codos de su hermano

ambos tienen sus celos y sus novias
sus divorcios, sus ángeles caídos
sus volcanes, sus duelos, ¿quién ha sido?
sus filias y sus fobias
pero uno suda a muerte la camisa
y el otro duda y nunca tiene prisa

qué par de idiotas
dos ascensores
gata con botas
males de amores
vuelve al rebaño
carne enlutada
sobran peldaños
vista cansada

tuyo y ajeno
besos impares
pan con veneno
luna sin bares
héroes sin tumba
cal en los ojos
hambre con rumba
números rojos

¿quién dijo que hoy es múltiplo de antes
y el ego un envidioso malcriado?
¿qué maldición separa a los amantes
que no se han olvidado?
¿quién podrá resolver la cuadratura
de esta regla de tres con calentura?

falta una sota
sobran dos reyes
cuerpos de jota
contra las leyes
ratas de barco
frena esa moto
viudas de narcos
bodas sin fotos

seda con pana
uña sin mano
cada semana
muere un verano
traje de luces
pata de cojo
cartas y cruces
números rojos




[Joaquín Sabina]

26.11.08

.o tengo los ojos abiertos.


Ejercicio para clase. Texto plagado de lugares comunes:

te sueño y quisiera amarte con los dientes aunque tu corazón sea un dulce amargo y venenoso y aunque te comas las fresas que adivinas en mis labios aunque seas negro y yo blanco y nuestros infinitos tormentos sólo puedan llevarnos a la locura o a la cama porque la luna que es mía está lejos y no brilla todo el tiempo y quisiera navegar los mares de aburridos colores de tus pupilas que me abrazan y me abrasan en tus miradas de fuego te sueño y quisiera amarte vestida de princesa rusa de pie con sed de tu boca loca que me dice que también me sueñas y que quisieras hacer conmigo todo lo anterior y algunas otras cosas menos convencionales

.o tengo los ojos abiertos.


No es tan difícil ordenar nuestra vida. Recoger los restos del amante anterior, convertir los sueños concretos en figuras de papel. Olvidar que una vez quisiste ser el batiscafo de un abismo e internarte por las grutas húmedas que se abren, como una herida, frente a ti. Que sea entonces la noche, como único sustantivo, único tiempo, verbo inconjugable. Sueño perezoso, pasado cómodo, presente con anestesia. Reposo de lo poco que nos queda. Y no, no es tan difícil.

25.11.08

.sueños. .25.11.08.

Salgo de la habitación, parte baño parte almacén. No hay espacio para puertas, este mundo post-apocalíptico ha abierto todos los rincones. La luz que apenas alcanza a alumbrar tristemente parece azul. Siento que camino y dejo todo lo civilizado atrás, aunque en realidad no me alejo, siento voces que me explican cosas por sobre el hombro, como si siempre hubiese un diálogo detrás de mí que quisiera explicarlo todo.
Llego lejos, a una especie de paraje de cuerpos de agua subterráneos que se alzan hasta unas pequeñas grutas, extrañamente muy iluminadas. Veo de lejos el agua, quieta, demasiado azul. Sé que nos queda poca agua y cada vez está más contaminada. Todos los tonos son evidencia de esta ausencia.
Me encuentro a Raúl cerca, como si acabara de salir de algún otro lado y hubiera ido nada más a descansar un poco. Lo alcanzo como si tuviera que retomar un diálogo interrumpido con la persona con la que estuviera anteriormente. Pero entonces me dice que tiene algo que me gustara y extiende un libro hacia mí, una novela gráfica, muy gruesa aunque pequeña, muy maltratada, con las ojas arrugadas por algún tipo de humedad. Me la deja y parece que vuelve a su contemplación o su diálogo imaginario. Yo me alejo y me siento sobre unas rocas para leerlo. Entonces mi hermana está junto a mí y lee también por encima de mi hombro.
Primero veo la secuencia de imágenes, dibujos en blanco y negro que se suceden casi inconexos. Voy pasando las hojas y cuando me doy cuenta ya llevo la mitad del libro. Le comento a mi hermana que es extraño que haya pasado tanto en tan poco tiempo, y me doy cuenta de que en realidad desconozco cualquier cosa sobre la historia. Me pierdo en estas reflexiones y cuando vuelvo la mirada al libro es mi hermana quien está pasando las páginas, que ya no son páginas si no una especie de corteza geológica, delgados pliegos de distintos tipos de rocas que se suceden en grosor, colores o materiales. Siento que puedo leer mejor ese libro de rocas y vamos pasando página tras página, como si re-escribiéramos una historia íntima del suelo.
Tengo sed, recuerdo que había caminado hasta allá con la esperanza de que pudiera beber el agua de esos estanques, pensando en que a nadie se le habría ocurrido antes. Me acerco de nuevo a uno de los enormes cuerpos de agua y los miro, tan azules y profundos, pero no me atrevo a hacerlo. Raúl continua ahí y le pregunto si podría, él dice que puedo intentarlo, pero que si el agua se ha contaminado de cualquier modo, por mínimo que sea, entonces me envenenaría. Que siempre cabría la posibilidad de que si ingiriera sólo una mínima cantidad de agua, el veneno no me haría efecto, pero resultaba imposible precisar qué tan contaminada estaba y cuán poca cantidad podría beber.
Camino hacia el cuerpo, hacia las piedras que se sumergen en el agua sin alcanzar a definir una orilla. Todo se ve tan claro y al mismo tiempo temo de esa claridad. Entre las rocas veo conchas marinas y las voy sacando una por una. Son delgadas, planas, casi como si sólo se tratara de un velo, de cereales acuáticos. Son más grandes que mis manos y las líneas que las dibujan se asemejan más a la corteza de las hojas que a la forma de las conchas. No puedo llevar la cuenta de cuántas saco, sólo pienso en beber. No me doy cuenta en qué momento las conchas que voy sacando dejan caer una especie de tinta azulosa que se mezcla con el agua hasta desaparecer. Sé que de eso hablaba Raúl, que es imposible notar hasta qué punto alcanza el peligro. Renuncio a mi intención de beber y vuelvo a las habitaciones.
Parece un complejo de sitios que se conectan entre sí, donde también hay zonas abiertas pero es imposible precisar en qué punto se encuentra cada parte. Entro en un salón, me siento invisible, camino entre la gente que no me ve. Es un salón de clase y hay varios alumnos, con un uniforme azul oscuro mirando hacia el frente, pero no hay profesor. Los escritorios son continuos y forman como una barra, cada uno en su nivel. Al frente hay una chica con cabello teñido de pelirrojo que llora, y entre su llanto puedo escuchar sus pensamientos, en que se siente fuera de lugar y no quisiera estar ahí. Es nueva en el grupo y no le gusta, aunque ni siquiera ha comenzado realmente el día. Todos la ven pero nadie le habla, y ella sólo continua llorando como si no le importaba que la vieran. Me acerco a ella y comienzo a peinar su cabello, amarrándolo en dos coletas, pero ella no se percata que estoy ahí, ni nadie tampoco puede verme. Creo que amarrar su cabello la hará sentir mejor, pero ella no deja de llorar.
Entonces despierto.




En mi sueño suena "Monitor" de Volován.

.o tengo los ojos abiertos.


Se busca bióloga ojos verdes. A esas horas de la mañana no hay cosa que tenga sentido. El amor de su vida era policía u homosexual. No lo recuerda. No lo recuerdas tú, querrás decir, so chismosa. Las vidas de los otros deberían ser también mías, de manera metafórica y cuasi literaria, insoportable tener que soportar a alguien más (oh!). Espera que así tuviera sentido de algún modo pero no: nuestras adaptaciones, nuestras evoluciones, no responden (como nada responde, has podido comprobar) al sentido común.

.migas de sobremesa.


Donde dice neurosis escribid esquizofrenia.

(Donde dice hipocondría escribid paranoia)

24.11.08

.migas de sobremesa.


Agradecer que el mesero te deje el menú en el restaurante donde comes todos los días no es cortesía. Caminas frente a miles de personas, a veces con la vaga sensación de que debes decir algo. Has olvidado cómo era cuando alguien te detenía en la calle para preguntarte si hablabas español, si sabías cuál era la dirección, el autobus, el lugar, si entendías cualquier otro idioma que no entendías. Estás acostumbrada a decirlo todo con la inclinación de tu cabeza, con la risa que no sueltas, con las puntuales correciones en negro bajo la premisa de que no necesitas ser amiga de nadie. Quieres creer que a nadie le sorprende, que nadie espera nada más, que todo puede leerse claramente en tu rostro. No es que estés ocultando nada: muestras tus cartas todo el tiempo.
Te han dicho siempre que pienses mal y acertarás, esperas lo peor de las personas. Pero entonces alguien se sienta junto a ti y sonriendo se presenta. Sin necesidad, vas a decirte, te deja su nombre y una sonrisa. No espera nada y no sabes darle nada.
Ante esas cosas, ante esas cosas pequeñas, no sabes cómo reaccionar.

23.11.08

.fotofobia.


No me gustan los sueños a medias, la pared que nunca es tan alta ni tan baja como para que no pueda ser atravesada por el miedo, por los vagos rituales de magia de tierra y polvo. Los restaurantes departamentos abandonados, los enormes platos de cristal azul en las paredes amarillas que no nos dejan salir del laberinto. Una puerta al final por donde no entramos, por donde no salimos. El último mensaje de tú eres quien salta a ese Sena, soy yo quien tiene que entenderlo. La comunicación interrumpida como la marca textual de un universo que no hemos construido. Los hombres grises, impersonales, que se esconden detrás de las camas antes de que mi hermano les pregunte sus nombres. No tienen nombres, del otro lado no tenemos nombres. El hombre que tocaba a las puertas blancas para que se abrieran ante él y que ya nunca vuelve. El techo desde el cuál debería mirarlo todo. Ciclos que no sé cumplir: la mano que me recorre como a un gato por la noche. Aquella vaga ternura que no tiene traducción. Fragmentos de lo que me había inventado a ojos cerrados y que hoy ya no puedo armar.

.para no olvidar.


tantas cosas en la mente me aterran
el pensar en todo y nada de una vez
el estar dormido, el soñar con frío
el permanecer perdido, buscándote

tras los muros de mi casa tan fría
no puedo pensar en algo para hacer calor
el moverme me hace titubear y dudar
pero esa imagen no se irá jamás

y el pensar en ti me hace recordar
el encanto que provoca tu fragilidad
quedarme sentado aquí me puede congelar
el hablar de ti me puede delatar

podría gritar
que me dejes beber de tu sangre

y el pensar en ti me hace recordar
el encanto que provoca tu fragilidad
quedarme sentado aquí me puede congelar
el hablar de ti me puede delatar

podría gritar
que me dejes beber de tu sangre




[Los Amantes de Lola]

22.11.08

.sueños atrasados. .21.11.08.

Mi despertador no sonaba, me despertaba y veía que la luz que entraba por la ventana ya se había vuelto blanquecina. Mi cama lucía enorme, las sábanas interminables y azules. Volteaba a ver el reloj del celular y veía que eran las 4 de la tarde. Me desesperaba, me alteraba, me preguntaba por qué no había sonado el despertador a las 6 de la mañana tal como lo había puesto. Repasaba mentalmente todo lo que tenía que hacer ese día y que ahora había perdido. Caminaba hasta la sala, con la noción de nunca haberme levantado de la cama y comenzaba a gritarle a alguien, como si fuera su culpa, como si deberia haberme despertado y ahora era su culpa que no hubiera hecho nada, que hubiera perdido todo el día.
El despertador suena entonces a las 6 de la mañana y despierto.




En mi sueño suena "Camas vacías" de Joaquín Sabina.

20.11.08

.detalles diurnos.


En qué ventanas vas a mirar el mar cuando nos hayamos secado por completo. Quién va a buscarte siempre, creer adivinarte siempre en la última sílaba de todos los nombres que tratan de nombrarte. Quién va a volver a inventar las canciones para que hablen de ti y me cuenten qué calles atraviesas con tus pantalones siempre rotos, siempre remendados. Con los mil ángulos plateados en tu cara, con tu castaño rebelde, con todos tus años derramados. Qué noches van a ser las noches que esperábamos, cada quien en su meridiano, en nuestros usos horarios, en la intimidad prostituida de nuestros recuerdos, esos que no compartimos. Todo lo que no ha sido tuyo en mí, todo lo que no alcancé a robarte. Quién va a creer que no es justo mirarte en el café, recorrer en silencio todos los mapas, descubrir ciudades que nunca serán nuevas. Qué tabaco quemará tu última sonrisa del día, cuando duermas en tu orilla, en cualquier otra orilla. Lejos.

.sueños. .20.11.08.

Todas las paredes del departamento son de azulejos verdes. Paredes altas, como si fueran lo único que se encontrara ahí. Camino por entre pasillos, como si los cuartos no fueran si no vagas conexiones entre estos. Pasillos estrechos que no llevan si no a otros pasillos. Siento que estoy perdida, que llevo mucho tiempo atravesando de un lugar a otro, como si tuviera qué hacerlo pero sin saber por qué, moviendo cajas de un sitio a otro aunque todo sigue luciendo vacío. En algún momento me doy cuenta de que hay alguien detrás de mí, una voz hablándome a mis espaldas mientras yo realizo todos los movimientos sin voltear a verla. Parece contarme algo, decirme algo, pero sin esperar mi respuesta, sabiendo que finalmente lo escucho aunque no pueda hacer más que eso. Sigo perdida y tardo demasiado tiempo para en el cambio de un cuarto-conexión puedo mirarlo de frente, mientras también parece acomodar cajas de contenido desconocido. Es Beto, luce mucho más delgado, más pequeño que la última vez que nos vimos, y me habla con la naturalidad del tiempo que no ha pasado. Lo miro fijamente, detenida, mientras ahora él es quien parece ignorarme y no verme, aunque continue hablándome de cosas que, ahora me doy cuenta, no me interesan. Tardo más tiempo en entender quién es, con toda la dimensionalidad que podría representar, tardo en preguntarme porqué está ahí y porqué me habla. Cuando me doy cuenta del sinsentido de su presencia lo delato, le pregunto qué hace ahí y sin esperar respuesta le pido que se vaya. Parece como si su farsa hubiese sido descubierta, como si esperara de mi memoria que borrara ciertos momentos que ahora son demasiado claros. Se detiene un poco buscando algo qué decir pero vuelvo a decirle que se vaya, que no quiero escucharlo más y lo orillo hacia el pasillo por el cuál llegamos. Él se va por el pasillo pero no puedo mirarlo, como si me mantuviera al borde, dentro del cuarto. Escucho un ruido de alguien que camina apresuradamente por el pasillo en mi dirección y entonces entra un niño que salta lúdicamente mientras parece tatarear muy suavemente alguna canción que no entiendo. Lo miro extrañada, a veces está ahí y a veces no, como si parpadeara pero lo único que desapareciera fuera él, intermitentemente. Sé que está muerto, que lleva tiempo dando vueltas por estos pasillos y siempre espero no encontrármelo. Sé también que Beto se detuvo en el pasillo cuando el niño pasó, y, sin mirar dentro del pasillo, le digo que se lo lleve con él. Lo intenta pero no puede, escucho al niño escurrirse por sus manos mientras sigue saltando y desapareciendo. Regresa al cuarto, parece que tuviera un globo o una pelota roja en sus manos, entonces puedo escuchar su canción suave que sólo repite una tras otra vez: estás loca.
Entonces despierto.




En mis sueños suena "La nena monstruo" de Árbol.

.sueños atrasados. .15.11.08.

Entrábamos todos al salón de clases de mi secundaria, con sus bancos viejos de madera, sus tonos oscuros. Afuera hay una sensación de humedad y noche próxima, como si acabara de terminar de llover. Todos nos vamos sentando en diversos lugares como si hubieran sido dispuestos para nosotros, pero no hay ningún maestro al frente a quien debamos nuestro silencio y nuestra calma.
Yo me siento en medio de la fila junto a la pared en que está la puerta. El salón comienza a llenarse y finalmente parece ser que mi escritorio es el único doble y junto a mí se sienta alguien que no alcanzo a reconocer pero que no deja de hablar, hablar y hablar como si lo hiciera para todos y para nadie. No sé hasta qué punto su plática me involucra pero me desespera su voz sobresaliendo entre todos los demás murmullos. Todos parecen distraídos en sus cosas hasta que yo no aguanto más y me pongo de pie buscando otro lugar. Trato de irme a la fila más apartada pero comienzo a darme cuenta que todos los lugares están ocupados. Camino y me pierdo entre los pasillos de escritorios, nadie parece mirarme. Comienzo a desesperarme. Entonces al final de una fila Enrique me mira y me dice que el escritorio junto a él está desocupado, que puedo sentarme ahí si quiero. Me sorprende que me hable, después de tanto tiempo, pero me siento junto a él. Hay otros chicos con los que él habla y me hacen algunas preguntas, como una conversación casual, como si no hubiera pasado tanto tiempo desde que dejamos de hablarnos.
Miro dentro del escritorio y hay una libreta que alguien pareció olvidarlo. No la toco, no sé bien qué hacer mientras sucede lo que tenga que suceder, lo que venimos a hacer todos aquí. Miro confundida hacia todos lados y el salón parece enorme. Entonces desde uno de los lugares del frente se acerca alguien hacia mí, directamente, es la única persona de pie. Es un chico moreno, de cabello oscuro, de lentes. Me dice algo y después me besa suave, cotidianamente. Me sorprendo y retrocedo, en mi mente un pasado imaginario recrea momentos entre ambos y mi sorpresa se debe a la cotidianidad de aceptar cualquier posible lazo. Siento que todos los que están cerca de mí me miran, pero como si el que estuviera fuera de contexto fuera él. Sonríe y me dice que si pensaba que no íbamos en serio y vuelve a besarme. Cierro los ojos y el sueño cambia.
Estoy en una biblioteca, mirando los anaqueles bajos pero interminables de libros apilados como si fueran más bien una librería. Todos los libros con sus llamativas portadas mirando hacia el frente. Estoy buscando algo pero lo que necesito se confunde entre tantos otros libros basura, sin orden. Miro una especie de diccionario de mitologías cuya portada es una mujer en una caracola marina. Miro casi divertida la horrible edición. Es de noche, a lo lejos se perciben ventanales enormes que muestran el cielo nocturno. Estamos en el último piso de un alto edificio. Sólo alcanzo a ver las cabezas de algunas personas que se asoman por entre los libreros.
Saco algunos libros, los muevo, dejo unos, los cambio, parece que no puedo decidirme, como si estuviera nerviosa. Entonces del final del pasillo sale el mismo chico moreno, me sonríe, me siento turbada porque esté ahí. Me pregunta si nos veremos más tarde, que ahora él tiene algo qué hacer. Le digo que no sé, aunque en realidad no quisiera verlo. Él sigue pareciendo tan sonriente y yo trato de volverme lo más lejana que puedo. Se detiene para mirar algo y yo aprovecho para pretender que busco algo más y continuar caminando por el pasillo. Alejándome, hay zonas más amplias y oscuras, pasillos que van a otros sitios alejados de la biblioteca. Trato de irme, ya no tengo nada qué hacer ahí. El apresura el paso y camina hasta mí, me detiene y me dice que me buscará después. No quiero que lo haga pero asiento.
Entonces despierto.




En mi sueño suena "Mal bicho" de los Fabulosos Cadillas.

18.11.08

.para no olvidar.


me estás consumiendo, me estás malgastando
me estás desesperando, y me arrodillo por vos
me estás confundiendo, me estás caminando
y estás resecando, ay señor, mi corazón

quiero ver amanecer
pero del otro lado ver amanecer
pero que alguien se quede aquí
para saber si yo sigo vivo
por eso quiero ver amanecer
pero del otro lado ver amanecer
pero que alguien se quede aquí
para saber si yo sigo vivo

tengo el alma escapada
la consciencia mareada
mi vida está tan cansada
de buscar tu perdón
vengo volando muy bajo
buscando algún claro donde descansar
es que me vengo bandeando
me estoy cayendo de tanto esperar

cielo bonito devuelve mi alma
cielito yo te pido otra oportunidad
cielo no me hundas, no me desmorones
cielito no me dejes sin saber la verdad

quiero ver amanecer
pero del otro lado ver amanecer
pero que alguien se quede aquí
para saber si yo sigo vivo
por eso quiero ver amanecer
pero del otro lado ver amanecer
pero que alguien se quede aquí
para saber si yo sigo vivo

me escapo de mi casa
me escapo de mi amor
pero nadie se escapa
de tu mano, señor

quiero ver amanecer




[Los Fabulosos Cadillacs]

16.11.08

.entre líneas.


Mario rememora con nostalgia los tiempos (una hora atrás) cuando podían hablarse en voz alta y hasta reír. El portafolios se le está haciendo demasiado pesado y de nuevo tiene la tentación de abandonarlo a su suerte. ¿Abandonarlo sin antes haber revisado el contenido? Cobardía pura.
Siguen caminando sin rumbo fijo para despistar a algún posible aunque improbable perseguidor. No son ya Pedro y Mario los que caminan, son un saco y un portafolios convertidos en personajes.
"Aquí pasan cosas raras", Luisa Valenzuela

A veces yo también quisiera contar muchas cosas, transformarme dentro del cuento, volverme un objeto. Camuflajearme con el lenguaje, que no es cualquier cosa. Así se me apareció Luisa primero inaugurando los días como noches invertidas, días naranjas. Pero yo olvido fácilmente las cosas, me digo mentalmente que tengo que conseguir un libro de ella pero espero hasta volver a encontrármela en mis lecturas narratológicas y decirme que a esta mujer no la conozco, aunque sí. Pensar que tenía un gato imaginario pero no, ella no. Por eso mi biblioteca es tan desorganizada. También yo cuando encuentro algo me gusta pensar que ha sido dispuesto ahí para mí, que aquí también pasan cosas raras.

.entre líneas.


Sin saberlo, estaban celándose. En el duro suburbio, un hombre no decía, ni se decía, que una mujer pudiera importarle, más allá del deseo y la posesión, pero los dos estaban enamorados. Esto, de algún modo, los humillaba.
"La intrusa", Jorge Luis Borges

Siempre me ha tocado leer a Borges un poco a la fuerza, sabiendo que tenía que hacerlo, diciéndome que no era voluntad propia si no una especie de juego del destino. Tampoco le he tomado la manía irracional de otros escritores, a veces lo imagino en la imaginación de Buba y las dos lo escuchamos diciendo 'ché!' acompañando cualquier otra frase menos interesante. Siempre me lo encuentro en los cursos, de todos, especialmente acompañado de Emma Zunz, su cierva de ojos heridos (o sus ojos heridos de cierva, en el orden en que la veas). Y me digo que no, que no es voluntad propia.
Alejandra dice que ya lo habíamos leído pero yo no lo recuerdo. Por primera vez me descubro queriendo vivir en alguno de sus personajes. Queriendo ser yo aquella intrusa carne vendida a jirones rotos.

15.11.08

.o tengo los ojos abiertos.


Una cosa lleva a la otra. Soy mala tomando decisiones. Siempre me dije que lo había heredado de mi abuelo pero él decía que se debía a que era libra. Y yo no soy libra. Así que tenemos un problema. Nébula me dio este premiecito que me lo imagino como una muñequita (probablemente porque lo es) (en un sentido cuasi metafórico, digo). Es casi injusto que no pueda regresársela. Pero no por mucho tiempo porque lo hago ahora mismo: es tuya, no puedo dársela a nadie antes que a ti. Y eso de las reglas siempre es más subjetivo que otra cosa. Ahora que si además (además) tengo que dársela a dos personas más tendría que hacerlo necesariamente a Alejandra Críptica aunque de virtual tenga muy poco y aunque actualice su caótico espacio sólo cuando le dan pequeños ataques. Y también a Nadna, porque sus palabras me atrapan (su laberinto me atrapa) como pocas cosas pueden hacerlo en este pequeño mundo virtual (o incluso en el más llano y explícito).
Si tuviera menos problemas hormonales lloraría, sólo para darle más emotividad al asunto :D

.sueños atrasados. .14.11.08.

Mi celular sonaba desde la habitación contigua. Todo está demasiado iluminado y demasiado vacío. Corro para contestarlo no alcanzo. Cuando lo tomo entre mis manos me llega un mensaje. El celular de convierte en una pantalla, en una tarjeta, en una carta. El texto brilla en grandes letras negras contra el fondo blanco. Es un mensaje de Dante, cuando veo su nombre digo en voz alta, como si le hablara a él, que es raro que me llame después de tanto tiempo. El mensaje se abre como si respondiera, me dice que me apure, que ya están todos ahí. El ahí es muy lejos, tengo que emprender un pequeño viaje. Tengo una conciencia extraña de la reunión, como si tuviera la cita concertada desde mucho tiempo antes pero no hubiera recordado que era ese día. Imaginaba entonces a todos reunidos en casa de Luis, los viejos habitantes de antes, y me extraña que hayan decidido reunirse de nuevo después de tanto tiempo. Es extraño que entre todos ellos no esté Bake. También es extraño que haya sido precisamente Dante quien me llamara. Pero entonces la idea cambia, la reunión es otra, ahí sólo estarán Dante y Luis y muchos desconocidos. No sé cómo acepté ir, quisiera declinar entonces pero no puedo. Al mismo tiempo siento que nunca saldré de ese cuarto.
Entonces despierto.




En mi sueño suena "The world is not enough" de Garbage.

11.11.08

.detalles diurnos.


Nunca había estado más cerca de parecerse a sus patologías: un abismo en la boca del estómago, la retórica de las malas películas de terror. El orden en que los personajes caen, en que ustedes caen, como fichas de ajedrez. Nunca había visto un arma, más allá de la seguridad de las películas violentas. Hay algo más, algo que te toca. La piel como un vasto mundo incongruente. Su piel camuflajeada con el agua de la tina, con el sonido ensordecedor de la regadera lluvia al caer. No te cree que llamaras frágil a Ana. Recuerda a una pelirroja, pero más recuerda los golpes a la puerta de madrugada. El choque en el sótano, el escape del hombre triste. Qué cerca estaba la realidad, su realidad de televisión. Sus encuentros de fiebre bajo el semáforo, los ríos de coches detenidos: todos somos espectadores de la miseria. Entonces sí el final feliz, el abandono cómodo a los lugares comunes era: despertó, todo había sido un sueño. Pero no.

6.11.08

.o tengo los ojos abiertos.


He comenzado a pasar mis archivos del blog de cine a uno nuevo. Comenzando por los viejos y poco a poco, pero si a alguien le interesa puede checarlos en:

http://anfibiamente.blogspot.com

5.11.08

.sueños. .05.11.08.

Habíamos detenido nuestro camino junto a una iglesia. Junto a ésta se había montado una pequeña carpa y habían algunas mesas blancas con decoración y algún evento pequeño al que no pertenecíamos del todo pero tampoco estábamos de más. Mi madre estaba sentada sola en una mesa, no había casi nadie sentado. Me sentaba frente a ella, sin preguntarle nada, me respondía que no le gustaba esa iglesia, que pensaba que para encontrarse en un campo a mitad de la nada debería ser más linda por dentro. Me hablaba de ella y me la imaginaba como si hubiera entrado, era muy amplia pero casi vacía, incluso la poca decoración que tenía no parecía religiosa. Pero me la imaginaba de día aunque ahora ya era de noche. Mi madre se distraía y yo me levantaba e iba hacia otro lado, pasaba por una mesa donde habían muchas botellas de distintos alcoholes y cada uno podía servirse. Veía una botella de vodka decorada de manera muy extraña pero me gustaba mucho, le quedaba poco alcohol y aunque no podía tomarlo me decidía a robarla. La tomaba y me iba hacia una zona que eran como los baños, pero al entrar eran una especie de pequeños cubículos donde las personas podían entrar en grupos a platicar de manera un poco privada. Entraba a uno, eran completamente beiges, quería alejarme un rato de los demás. Después de un rato me decidía a salir pero entonces escuchaba que alguien me llamaba y volteaba y veía a Cinthia, iba con un grupo de otros conocidos míos, como Alejandra, me saludaban vagamente y yo les respondía con un poco de educación pero huía rápidamente, me topaba con mi hermana al salir y nos íbamos.
Estábamos de nuevo en el coche, atravesando caminos oscuros, cuando veíamos un restaurante de comida rápida que era muy similar a mcdonalds pero demasiado estilizado. Me baja del coche, ya no estaba mi familia, entraba a él porque era el único establecimiento iluminado pero al entrar ya no era un restaurante si no una especie de oficina de luces ambar. Ahí estaban Sergio y Jorge y me hablaban demasiado rápido, preguntándome demasiadas cosas que no alcanzaba a entender. Detrás de nosotros Ariadna hablaba por teléfono, pero era como si del otro lado de la línea también estuviera ella, en otra ciudad, respondiéndose. Trataba de alejarme de las preguntas pero no se detenían, hasta que Ariadna decía que en el teléfono estaba un escritor de apellido Álito. Ambos corrían rápidamente hacia el teléfono y Sergio lo tomaba. Empezaba a hablar pero era como si el auricular hubiera desaparecido de sus manos. Ariadna también.
El sueño cambia, estoy en una cabaña en medio de un bosque nevado. De nuevo están mi madre y mi hermana. Hay una voz que nos habla y quiere obligarnos a realizar distintas acciones pero tratamos de evitarla, aunque no sabemos por cuanto tiempo. Nos subimos a un trineo de plástico rojo que está frente a nosotras y tratamos de huir, pero siempre tenemos la sensación de que hay otro trineo detrás de nosotras. A veces es como si además lleváramos cargando partes de algún cuerpo humano mutilado. Es confuso, por momentos me siento detenida, en otro trineo, con ropa de clima caluroso y personas que no conozco alrededor de mí me hacen preguntas que no vienen a tema. Por qué uso ese tipo de tela, qué letras se repiten a veces. Trato de responder pero no entiendo bien donde me encuentro.
Hay otras partes del sueño que se me escapan, pero eventualmente me despierto.




En mis sueños suena "Porcelain" de Moby.

1.11.08

.para no olvidar.


siguiendo la luna no llegaré lejos
tan lejos como se pueda llegar
las cosas que dije no tienen sentido
no puedo detenerme
ponerme a pensar

siguiendo la luna y su vuelta invisible
la noche seguro me alcanzará
no es que tu mirada me sea imposible
tan solo es la forma en que caminás

vamos, mi cariño, que todo está bien
esta noche cambiaré
te juro que cambiaré
vamos, mi cariño, ya no llores más
por vos yo bajaría el sol
o me hundiría en el mar

y ésto parecer verdad para mí

suena como un crimen lo que tú me has hecho
deberías ir a parar a la prisión
suena como un crimen que me hayas mentido
que hayas engañado
a este corazón

siguiendo la luna no llegaré lejos
tan lejos como se pueda llegar
son casi las cuatro de la madrugada
mi casa brillaba cruzando ese mar

vamos, mi cariño, que todo está bien
esta noche cambiaré
te juro que cambiaré
vamos, mi cariño, ya no llores más
por vos yo bajaría el sol
o me hundiría en el mar

y ésto parece verdad para mí




(Los Fabulosos Cadillacs)

31.10.08

.sueños atrasados. .30.10.08.

Me encuentro sentada en un parque cuadrado. Parece un espacio cerrado, donde la vegetación se encuentra hacia las afueras mientras en las esquinas aparecen bancas de concreto y metal. Me encuentro sentada en una esquina leyendo, junto a mí hay dos personas más, una especie de compañeros que platican a su vez con otras personas que se encuentran fuera del espacio. Cada uno ocupa una banca distinta y tiene una bolsa con sus cosas.
Hay tres hombres que dan una vuelta tras otra al especio cerrado, acercándose hacia los bordes. Yo los miro pasar una y otra vez, como si fueran los tres el mismo y como si no se cansaran de su inútil labor. Los tres visten de negro con ropas deportivas. No me dejan concentrarme en mi lectura y siempre que van a acercarse tengo que levantar la vista del libro para concentrarme en ellos.
Mis acompañantes, en un punto, se levantan y se inclinan sobre las jardineras para poder hablar mejor con las personas de fuera y dejan sus cosas en las bancas. Entonces tengo la sensación de que somos los únicos en un terreno enorme y casi desolado. La siguiente vez que pasan los hombres corriendo toman las dos bolsas de ellos y se dan a la fuga. Una fuga cíclica porque continuan corriendo en círculos pero ahora como si estuvieran alejados de nosotros. Yo tomo mi bolsa fuertemente y la mantengo junto a mí, con la sensación de que si la suelto un poco o si dejo de verlos se la llevarán también. Pienso en avisarle a los otros, que continuan hablando, sobre el robo, pero pienso que no tiene caso y mejor sencillamente me voy.
Tengo que llegar a mi trabajo, tomo un auto negro que comienzo a usar por primera vez y pienso que no debe ser tan difícil. Manejo hasta llegar a la colonia donde vivía de niña, hacia la zona más alejada y donde se encuentra un edificio algo derruido. Dejo el coche estacionado en la calle de enfrente, donde no camina nadie y entro. Todo parece en construcción, la entrada es pequeña y parte de las baldosas del suelo han sido removidas y se puede ver la arena debajo. Algunas partes están restringidas al paso. Las escaleras son pequeñas y sin soporte alguno, como si uno fuera a caerse de un momento a otro. Pareciera también como si no hubiera techo y el cielo se observara entre los huecos abiertos. Subo al segundo piso y ahí hay un pequeño salón que se escapa a la construcción caótica. Es de piso de madera y las paredes de espejos, como si fuera un salón de baile. Hay un gran grupo de señoras que apenas entran en ese espacio y que visten trajes de colores llamativos. Parece que dieran vueltas constantemente, siempre sobre su mismo eje y apenas chocando de pronto unas contra otras. Yo trabajo ahí, para una mujer que no puedo distinguir entre las demás y sin saber en qué consiste mi trabajo. Solo me mantengo ahí, mirándolas.
Entre todas ellas reconozco a Aranza y me sorprende un poco verla ahí. Me explica que está haciendo su servicio social en el mismo lugar. Platicamos brevemente antes de que las mujeres comiencen a irse y sea hora de retirarnos. Somos las últimas en bajar. Cuando está por irse le digo que puedo acercarla a su casa, si no teme a mi terrible habilidad para conducir. Me dice que tiene que pasar a buscar algo a una casa por ahí y que mejor va caminando. Me siento tonta por habérselo ofrecido y me voy.
El sueño cambia y estoy en las afueras de un espacio arenoso, con algunos locales de madera. Como si fuera una reproducción en fantasía de un pueblo de vaqueros. Hay poca gente y los lugares parecen pequeños y desiertos. Camino como si tuviera un rumbo fijo pero lo desconociera. Entonces veo que un hombre sale de un local y detiene a una joven que camina frente a mí. Luce joven, de cabellos castaños y un vestido blanco y azul. Él le pregunta por el final de un cuento que tiene pero que sólo llega hasta la mitad. Habla de una joven que queda atrapada en un pequeño pueblo. Ella le dice que sabe el final, que la joven sería torturada, que su cabello sería cortado completamente, que le arrancarían las ropas y la reducirían al mínimo de su ser. Que estaría condenada siempre, en un estado intermedio casi metafísico. Y mientras habla sé que habla de ella, sin saberlo, que ella quedará atrapada ahí y será torturada y su condena casi griega estará más allá de los límites de una posible realidad. La miro e imagino su cabello castaño cayendo por montones junto a ella, con su vestido roto y con todo el pueblo fantasma a su alrededor. Pero simplemente continuo caminando.
Entonces despierto.




En mi sueño suena "La soledad" de la Bersuit Vergarabat.

.sueños atrasados. .29.10.08.

Las paredes oscuras y derruidas de color azul, veo sitios desocupados y pasillos que no sé hacia qué partes llegan. Todas las personas lucen como sombras, sólo alcanzo a distinguir a una niña rubia que corre siempre hacia direcciones contrarias. Sé que tengo que repetir imágenes que han sido predispuestas antes, que tengo que calcar una estructura que ya ha sido dada. Pero las personas no parecen dispuestas a permitirlo, trato de ordenarnos sutilmente pero parecen siempre escapar. Especialmente la niña. Y no puedo repetirlo, miro las paredes, los espacios, lo que va a caerse. Pienso en si vivo ahí, en si es una vecindad, un sitio donde sólo se reune gente a vender comida. Veo algunas ollas con agua hirviendo y otros hombres delante de ellas. Como si todos estuviéramos perdidos y tuviéramos frío, y necesitáramos estar aquí, reunidos, juntos.
Probablemente suceden más cosas, pero eventualmente despierto.




En mi sueño suena "Giros" de Fito Paez.

.sueños atrasados. .28.10.08.

Me encuentro en un punto indefinido, una especie de supermercado a mitad de la nada. Alguien llama desde afuera y salgo. Atravieso anaqueles y objetos coloridos, principalmente anaranjados. Afuera está mi padre y dice que tenemos que irnos antes de que lleguen las aguas. Hay un sólo camino de concreto que atraviesa largos caminos. No se ve nadie, pero tampoco tengo una sensación de estar solos. Hay muchísimos colores, como si atravesáramos siempre una alfombra de flores.
Llegamos hacia un monte de pasto, siento que mi amplio vestido me impide avanzar cómodamente. Apenas alcanzamos a asomarnos hacia el borde. Del todo lado podemos ver campos más amplios, de más colores, como una enorme marea que se confunde con el cielo. Mi padre me dice que mire la casa que se encuentra cerca de la caída del monte de pasto. Miro la casa, es lo único que interrumpe momentáneamente los campos. Casi me alegro mirarla, sentirla nuestra, creer que es más hermosa que ninguna otra casa que haya visto antes. Entonces miro a un par de personas que salen de ella y las proporciones parecen cambiar. Siento que la casa es más pequeña de lo que parecía desde nuestra lejanía, o que las personas son más grandes de lo que deberían lucir. Todo lo demás en el campo parece cambiar de perspectiva y me confundo. Todo deja de parecerme tan hermoso, pero continuo sintiendo el viento suave que mece todo y que llena el ambiente. Sigo mirando a través del monte, sin entender cómo llegaremos al otro lado.
Entonces despierto.




En mi sueño suena "Como brillaba tu alma" de No Te Va A Gustar.

28.10.08

.fotofobia.


Nunca estaríamos en todos los sitios deseados, ni tendríamos tiempo para escribir todos los cuentos que definirían nuestra vida: si él supiera cuánto habría yo deseado verte caer a las aguas por voluntad propia, perderte en la corriente. Iniciar el cuento con aquel tercero que habría redimido nuestras memorias pasándolas por todos los elementos necesarios. Pero era difícil que nos encontraran a la mitad, que interpretaran las cartas sin remitentes, los reyes sentados en espera de la siguiente muerte. Que discutieran entonces, inútilmente, sobre lo inverosímil de los rostros repetidos, las geografías cambiantes y los programas de televisión que conocemos de memoria. Nada menos, yo estaba lejos. Yo no necesitaba repetir los viajes malogrados, las lecturas frustradas de una adolescencia prolongada y pequeña. Era fruta vieja por dentro, hojas de un otoño remojadas, la salida del autobus detenido en los pueblos sin visitar. El cielo de ese punto concreto, tan azul, tan Janis Joplin. Y yo hubiera querido detenerlo todo, lo de antes, lo que aún vendría. Escribir sobre la falsa honra de unas doncellas vestidas de blanco en un pueblo perdido, porque lo pediste, escribir sobre la transformación en mujer lobo de la chica de paraguas y malabares, porque alguien tendría que buscarla alguna vez, aunque fuese en la literatura. Escribir sobre los trenes que no dejaban de recorrer la distancia a través del fin del mundo, porque mi gemela necesitaría una espalda en la cuál nadar cuando nadie quisiera contestar nuestras llamadas.
Yo quería escribirlo todo. Y tenía tan pocas letras, tan inútiles mis manos.

27.10.08

.sueños. .27.10.08.

Veo repetida una imagen, como si sucediera detrás de un espejo. En ella una mujer se encuentra atrapada en una habitación. No se distingue bien su rostro pero tiene el cabello negro y una bata blanca. En algún momento, sin que se de cuenta, una mano invisible parece atar hilos rojos alrededor de su cintura. El movimiento de los hilos dificulta sus propios movimientos, se encuentra atrapada. En la habitación parece estar sola pero no lo está, tampoco puede salir.
Luego vuelvo a donde estoy, la casa de Nery, fui a visitarla y me lleva hacia la habitación donde tendré que dormir. Subimos por unas escaleras pequeñas, alejadas del resto de la casa, pasamos por una habitación y luego llegamos a otra más alta. Es una habitación amplia, hay tres camas y un baño, aunque no tiene ventanas. El piso es de madera, las camas están cubiertas por sábanas blancas. Nery me dice que ahí dormiré y se despide. Yo siento que la habitación es la misma que veía antes. Le pregunto dónde dormirá ella y me dice que en el cuarto que pasamos primero. Le digo que porqué no duerme aquí conmigo, que hay suficiente espacio y así podremos platicar antes de dormir. Me responde que no le gusta este cuarto y se va.
Me siento incómoda, trato de no pensar en ello pero no puedo dormirme, dejo todas las luces encendidas. En algún momento entra una mujer que trabaja en su casa, una mujer grande, con ese dejo de paz y sabiduría, me dice que sólo va a buscar algo. Entonces me pregunta por qué duermo en esa habitación y le respondo que Nery me dijo. Dice que no debió haberlo hecho, que Nery prefiere pensar que no sucede nada en su casa pero que no es bueno dormir ahí, que vaya con ella y podré dormir en su habitación. Subimos hasta el fin de las escaleras, una habitación más pequeña pero con ventanas en todas partes, luminosa como si fuera de día. Pero entonces siento como si alguien atara hilos rojos en mi cintura, trato de moverme pero no puedo. Ella dice que es tarde, que olvidamos cerrar las puertas y ya nada puede hacerse. Y ahora yo estoy del otro lado del espejo, o me miro de lejos, como si ya no estuviera ahí.
Suceden otras cosas más que no puedo hilar, y entonces despierto.




En mi sueño suena "Ella usó mi cabeza como un revolver" de Soda Stereo.

.sueños atrasados. .26.10.08.

Me encuentro en una especie de balneario, hay piscinas y desniveles acuáticos por todos lados. Todo parece confinado a paredes estrechas y conductos que llevan de un lado a otro, haciendo difícil la movilidad. Hay poca luz y todo da una sensación de oxidado, viejo. Afuera debe ser de noche, lo único que nos alcanzan es la luz artificial en tonos amarillentos. Me encuentro en una esquina alejada, frente a mí distingo dos piscinas, la más cercana a mí es pequeña, y junto a ella hay otra que se extiende hasta donde no alcanzo a ver. Junto a mí una especie de túnel abierto permite llegar a un nivel superior, al tiempo que arroja agua sobre las baldosas que sobresalían al agua de las albercas. Veo a varias personas, sin reconocerlas bien, dentro del agua más como si estuvieran esperando a que si estuvieran bañándose o nadando. Algunos otros pasan, se van, suben, se alejan. Siento que fui por una razón en específico pero no puedo precisar cual. Es una especie de asilo, entre psiquiátrico y de ancianos, pero a la vez es también un retiro voluntario. Un espacio cerrado en que cualquiera puede entrar y alejarse de todo.
Se acerca Dulce a mí, siento como si hubiera interrumpido una conversación pero no hablaba con nadie. Parece alegre de verme, hablamos durante mucho tiempo, hasta que siento que las horas han pasado y tengo que irme. Decide acompañarme hasta la entrada y mientras caminamos pasamos por en medio de las dos grandes albercas. Pero antes de que pueda alejarme de ellas siento que alguien me habla, volteo y veo a una mujer que me dice si podría hablar con la niña. Volteo y la veo dentro del agua, es la única que queda ahí. Entonces sé que estuvo esperando todo el tiempo para hablar conmigo, incapaz de interrumpirme, pero ya no podía permitir que me fuera sin hablar. Me siento culpable porque ella esté ahí, sé también que no es una niña si no una anciana. Me acerco y puedo ver lo que la vida le ha hecho. Su rostro está quemado, mutilado, entre los restos de piel blanca y fuera de lugar apenas pueden adivinarse los rasgos de la cara. Su vestido blanco y su cabello extremadamente blanco, más canoso que rubio. Apenas si puede hablar, sólo se acerca a mí y me dice: ¿podrías quedarte tomando mi mano?
Pasan las horas, todo cambia, estamos en una pequeña habitación blanca, donde el único mueble es una cama exactamente de su tamaño. Ella está acostada, mirando al techo sin hablar, casi sin parpadear. Y yo no suelto su mano. Sé que la mujer está fuera de la habitación. Dejo que el tiempo pasa sintiéndome culpable sin saber por qué. Ya ha amanecido aunque ella aún no duerme cuando salgo un momento a hablar con alguien, una especie de directivo del lugar. Es apenas una conversación de minutos pero cuando vuelvo la mujer no me deja entrar al cuarto, me dice que ya ha muerto. Siento que es mi culpa haber soltado su mano cuando ella me pidió que no lo hiciera, siento que los minutos que me alejé fueron años y que de nuevo, vuelvo a ser culpable de que ella se encuentre atrapada. Ahora en la muerte.
El sueño cambia y entro a una vieja casa, una especie de casa colonial donde los cuartos se suceden uno tras otro, como si no pudieramos ver nunca el anterior o el siguiente. En medio de cada cuarto lo único que hay es una fuente que se va alzando en distintos niveles. En cada uno de estos niveles sobresale, de manera desigual, distintas estatuas de cerámica. Todas blancas, con distintas formas, en distinto orden, formando una especie de estructura caótica que apenas puede sostenerse a sí misma. Voy pasando de cuarto en cuarto, mirando las distintas figuras de cerámica burda. En algún momento levanto una y dentro de esta se encuentra una porción de tierra alzada con la misma forma que antes ocupara la estatuilla. Son tumbas, pequeñas tumbas en miles de fuentes. A veces por las ventanas de la casa puede mirarse hacia afuera la noche, acantilados, algún mar. Hay gente a mi alrededor pero yo avanzo sola. Miro la porción de tierra levantada y me pregunto como en ese pedazo de tierra podría entrar una familia. Una especie de guía que va antes que yo responde mi pregunta: cuando se tiene poco espacio entierran sólo los corazones. Seis corazones en una pequeña porción de tierra dentro de un jarrón de cerámica barata.
Continuo, miro figuras con forma de peces y pienso en que debí haber enterrado al mío. Miro otras con formas complejas, de flores, otras sin ningún sentido. Las paredes a veces cambian de color, a veces hay más luz, a veces un cuarto ya no lleva a otro y se vuelve como un laberinto. Yo venía buscándola a ella pero ahora me siento atrapada, como si debiera atravesar ese lugar más que encontrarla. Pero sin prisa, continuo avanzando de una forma en otra.
Entonces despierto.




En mi sueño suena "Escrito está" de Corcobado.