16.11.08

.entre líneas.


Sin saberlo, estaban celándose. En el duro suburbio, un hombre no decía, ni se decía, que una mujer pudiera importarle, más allá del deseo y la posesión, pero los dos estaban enamorados. Esto, de algún modo, los humillaba.
"La intrusa", Jorge Luis Borges

Siempre me ha tocado leer a Borges un poco a la fuerza, sabiendo que tenía que hacerlo, diciéndome que no era voluntad propia si no una especie de juego del destino. Tampoco le he tomado la manía irracional de otros escritores, a veces lo imagino en la imaginación de Buba y las dos lo escuchamos diciendo 'ché!' acompañando cualquier otra frase menos interesante. Siempre me lo encuentro en los cursos, de todos, especialmente acompañado de Emma Zunz, su cierva de ojos heridos (o sus ojos heridos de cierva, en el orden en que la veas). Y me digo que no, que no es voluntad propia.
Alejandra dice que ya lo habíamos leído pero yo no lo recuerdo. Por primera vez me descubro queriendo vivir en alguno de sus personajes. Queriendo ser yo aquella intrusa carne vendida a jirones rotos.

1 comentario:

Isabel Tejada Balsas dijo...

el ser humano siempre halla la manera de convertir los regalos en humillaciones :/