8.2.09

.detalles diurnos.


ujgram en bangladesh. no pensó nunca: mentira, lo supo siempre. yo tenía diez [pastillas, patologías, libros pendientes, ideas nunca conclusas, posibles futuros funestos]. yo realizaba los viajes en busca de algo más. (yo quería estar lejos). redisari en indonesia. la lengua era una y era siempre extraña. por dentro todo había sobrepasado la fecha de caducidad. lo supe siempre. (antes de las muestras de sangre, de las horas infinitas en la cama, de las canciones ajenas, de [¿quién?]).
ya no había hora. ya no había reloj.

.sueños atrasados. .07.02.09.

Camino por unas calles pequeñas, de pueblo apenas ciudad, caluroso. Sé que son calles peligrosas pero no me importa, avanzo rápidamente con mi mochila en la espalda. Mirando únicamente el suelo y las bardas blancas que limitan las casas.
Paso junto a un grupo de chicos, una pequeña pandilla que se encuentra reunida en las afueras de una casa. Unos metros después de dejarlos atrás escucho como comienzan a sonar unas sirenas de policía. El grupo de jóvenes trata de dispersarse pero es evidente que los coches van detrás de ellos. Temo que me detengan a mí y corro hacia la última casa de la calle, a donde me dirijo, y como no tengo tiempo de tocar me resguardo lo más que puedo cerca de la barda, para evitar que me vean. Sé que a lo lejos ya han capturado a los jóvenes, y siento como una patrulla pasa por la esquina y me alumbra y sabe que estoy ahí. Pero no me dicen nada y se van.
Toco entonces a la puerta y ella me abre, parece como si no esperara mi visita. Sé que a esas horas está sola y por eso voy a verla, fingiendo que tengo que hacer algo en su casa, que me mandan por algo o que tengo que arreglar algo. Ella no pregunta y me deja entrar. Es pequeña, de estatura y de edad, viste un vestido blanco con flores azules, muy corto. Su piel es morena y lleva unas medias transparentes cubriendo sus piernas aunque es verano. Entra y me deja pasar como si no importara, regresa a sus ocupaciones en las habitaciones de atrás. Yo la sigo sin que me diga nada, miro como pasa frente al cuarto y luego a un baño muy grande con una puerta metálica blanca. La veo y no parece importarle mi presencia. Entro al cuarto, todo luce pequeño y con pocas cosas, está todo un poco tirado pero a mí no me importa. Ella entra entonces detrás de mí, como si ahora quisiera escucharme, y le digo que traje unas películas para que viera, o para que viéramos, y ella sabe que las tengo dentro de la mochila pero no me dice nada. Sale y se dirije ahora hacia la cocina y yo continuo avanzando detrás de ella.
Su cuerpo es pequeño y puedo abarcar gran parte de su cintura con mis manos. Ella se detiene sorprendida pero no me dice nada. La cargo por la cintura y la pongo sobre la mesa de madera con el mantel burdo. Sólo quiero tocarla y recorro su cuerpo como si no conociera ningún cuerpo humano antes, como si fuese un objeto siendo exhibido. Ella primero parece renuente a dejarme, me dice que no puede quererme, que no puede hacer nada más de lo que ya hace. Le digo que no importa, que solo quiero tocarla, como si no pudiera creer que fuera de verdad. Y entonces me deja, se ríe cuando le hago cosquillas y yo siento como ella se va volviendo más pequeña entre mis manos, como si fuera a desaparecer.
Alguien golpea la puerta fuertemente y yo me pongo de pie y tomo mis cosas. Entran antes de que podamos hacer nada y unos hombres comienzan a interrogarme. Son de la policía y me preguntan qué hago ahí a esas horas. Le digo que soy un vendedor, que paso a veces a vender películas y les muestro las que tengo en la mochila para que me crean y ellos violentamente las toman y se me corren de la casa. Me dicen que me vaya y que no regrese. Otros la han conducido antes al cuarto, quizá también preguntándole qué hacía conmigo a esas horas. Ella no dijo nada y sólo fue al cuarto, después de correrme los otros también irán ahí. Termino en la calle y me alejo, caminando hasta que el pavimento de la calle se convierta todo en piedras pequeñas y dejen de haber casas con portones blancos.
Entonces despierto.

.sueños atrasados. .06.02.09.

El auto se detiene en mitad de la nada. Vengo en la parte de atrás de la camioneta y tengo la idea de que el conductor ha salido a pelearse, pero después ya no hay nadie fuera. Ni queda nadie dentro. A lo lejos sólo se mira el paisaje desértico. Me bajo. Me siento mal, siento como si mi cuerpo se encontrara hinchado, como si por mi garganta subiera alguna clase de relleno. Siento mi garganta atorada y mi boca llena y me arrodillo tratando de vomitar pero no puedo. La sensación es dolorosa, como una herida interna que sangra. Continuo tratando de vomitar y cuando por fin lo logro es un líquido negro que cae al suelo. No me hace sentir mejor, continuo sintiéndome llena de malas cosas. Es algo que está mal dentro de mí y sé que tengo que escupirlo todo pero no puedo. Pienso en que todo dentro de mí es negro y no puedo escupirlo.
Avanzo hasta llegar a un centro comercial de varios niveles. Veo personas pasando junto a mí y que se alejan, atravesando los pasillos. Todo luce de un ambiente cálido, las paredes son anaranjadas y hay varias plantas. Yo subo escaleras, salto de un nivel a otro, veo tiendas de piedras preciosas en formas extrañas. Espero a alguien, quizá a la misma persona que estaba en el coche conmigo. Pero parece como si nunca fuera a llegar, como si ya estuviera ahí, en alguna parte, pero no fuera a llegar conmigo nunca. Me desespero pero no puedo hacer nada, continuo avanzando de un lado a otro, me desespero. Estoy mareada y quisiera vomitar de nuevo. Me detengo en un pasillo y quisiera poder soltarlo todo. Hay alguien detenido junto a mí, me mira como si le importara pero no hace nada. Me duele todo el cuerpo, quisiera que todo terminara, pero no puedo vomitar.
Entonces despierto.