22.5.09

.y entonces.



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Ahora en sopa instantánea.

8.2.09

.detalles diurnos.


ujgram en bangladesh. no pensó nunca: mentira, lo supo siempre. yo tenía diez [pastillas, patologías, libros pendientes, ideas nunca conclusas, posibles futuros funestos]. yo realizaba los viajes en busca de algo más. (yo quería estar lejos). redisari en indonesia. la lengua era una y era siempre extraña. por dentro todo había sobrepasado la fecha de caducidad. lo supe siempre. (antes de las muestras de sangre, de las horas infinitas en la cama, de las canciones ajenas, de [¿quién?]).
ya no había hora. ya no había reloj.

.sueños atrasados. .07.02.09.

Camino por unas calles pequeñas, de pueblo apenas ciudad, caluroso. Sé que son calles peligrosas pero no me importa, avanzo rápidamente con mi mochila en la espalda. Mirando únicamente el suelo y las bardas blancas que limitan las casas.
Paso junto a un grupo de chicos, una pequeña pandilla que se encuentra reunida en las afueras de una casa. Unos metros después de dejarlos atrás escucho como comienzan a sonar unas sirenas de policía. El grupo de jóvenes trata de dispersarse pero es evidente que los coches van detrás de ellos. Temo que me detengan a mí y corro hacia la última casa de la calle, a donde me dirijo, y como no tengo tiempo de tocar me resguardo lo más que puedo cerca de la barda, para evitar que me vean. Sé que a lo lejos ya han capturado a los jóvenes, y siento como una patrulla pasa por la esquina y me alumbra y sabe que estoy ahí. Pero no me dicen nada y se van.
Toco entonces a la puerta y ella me abre, parece como si no esperara mi visita. Sé que a esas horas está sola y por eso voy a verla, fingiendo que tengo que hacer algo en su casa, que me mandan por algo o que tengo que arreglar algo. Ella no pregunta y me deja entrar. Es pequeña, de estatura y de edad, viste un vestido blanco con flores azules, muy corto. Su piel es morena y lleva unas medias transparentes cubriendo sus piernas aunque es verano. Entra y me deja pasar como si no importara, regresa a sus ocupaciones en las habitaciones de atrás. Yo la sigo sin que me diga nada, miro como pasa frente al cuarto y luego a un baño muy grande con una puerta metálica blanca. La veo y no parece importarle mi presencia. Entro al cuarto, todo luce pequeño y con pocas cosas, está todo un poco tirado pero a mí no me importa. Ella entra entonces detrás de mí, como si ahora quisiera escucharme, y le digo que traje unas películas para que viera, o para que viéramos, y ella sabe que las tengo dentro de la mochila pero no me dice nada. Sale y se dirije ahora hacia la cocina y yo continuo avanzando detrás de ella.
Su cuerpo es pequeño y puedo abarcar gran parte de su cintura con mis manos. Ella se detiene sorprendida pero no me dice nada. La cargo por la cintura y la pongo sobre la mesa de madera con el mantel burdo. Sólo quiero tocarla y recorro su cuerpo como si no conociera ningún cuerpo humano antes, como si fuese un objeto siendo exhibido. Ella primero parece renuente a dejarme, me dice que no puede quererme, que no puede hacer nada más de lo que ya hace. Le digo que no importa, que solo quiero tocarla, como si no pudiera creer que fuera de verdad. Y entonces me deja, se ríe cuando le hago cosquillas y yo siento como ella se va volviendo más pequeña entre mis manos, como si fuera a desaparecer.
Alguien golpea la puerta fuertemente y yo me pongo de pie y tomo mis cosas. Entran antes de que podamos hacer nada y unos hombres comienzan a interrogarme. Son de la policía y me preguntan qué hago ahí a esas horas. Le digo que soy un vendedor, que paso a veces a vender películas y les muestro las que tengo en la mochila para que me crean y ellos violentamente las toman y se me corren de la casa. Me dicen que me vaya y que no regrese. Otros la han conducido antes al cuarto, quizá también preguntándole qué hacía conmigo a esas horas. Ella no dijo nada y sólo fue al cuarto, después de correrme los otros también irán ahí. Termino en la calle y me alejo, caminando hasta que el pavimento de la calle se convierta todo en piedras pequeñas y dejen de haber casas con portones blancos.
Entonces despierto.

.sueños atrasados. .06.02.09.

El auto se detiene en mitad de la nada. Vengo en la parte de atrás de la camioneta y tengo la idea de que el conductor ha salido a pelearse, pero después ya no hay nadie fuera. Ni queda nadie dentro. A lo lejos sólo se mira el paisaje desértico. Me bajo. Me siento mal, siento como si mi cuerpo se encontrara hinchado, como si por mi garganta subiera alguna clase de relleno. Siento mi garganta atorada y mi boca llena y me arrodillo tratando de vomitar pero no puedo. La sensación es dolorosa, como una herida interna que sangra. Continuo tratando de vomitar y cuando por fin lo logro es un líquido negro que cae al suelo. No me hace sentir mejor, continuo sintiéndome llena de malas cosas. Es algo que está mal dentro de mí y sé que tengo que escupirlo todo pero no puedo. Pienso en que todo dentro de mí es negro y no puedo escupirlo.
Avanzo hasta llegar a un centro comercial de varios niveles. Veo personas pasando junto a mí y que se alejan, atravesando los pasillos. Todo luce de un ambiente cálido, las paredes son anaranjadas y hay varias plantas. Yo subo escaleras, salto de un nivel a otro, veo tiendas de piedras preciosas en formas extrañas. Espero a alguien, quizá a la misma persona que estaba en el coche conmigo. Pero parece como si nunca fuera a llegar, como si ya estuviera ahí, en alguna parte, pero no fuera a llegar conmigo nunca. Me desespero pero no puedo hacer nada, continuo avanzando de un lado a otro, me desespero. Estoy mareada y quisiera vomitar de nuevo. Me detengo en un pasillo y quisiera poder soltarlo todo. Hay alguien detenido junto a mí, me mira como si le importara pero no hace nada. Me duele todo el cuerpo, quisiera que todo terminara, pero no puedo vomitar.
Entonces despierto.

31.1.09

.detalles diurnos.


Por la noche no soy yo en las conversaciones.

29.1.09

.detalles diurnos.


Despierta en blanco: cortinas, sábanas y ropa interior. Se desnuda lentamente y sola. Puede comenzar de nuevo: despierta. Quisiera voces de mujeres en las esquinas, un murmullo apenas. Nadie se lo cree, primera baraja: veo un hombre de piel clara en tu pasado. Despierta con el olor del copal pegado en piel. La mujer tenía las uñas blancas, es todo lo que recuerda. Usando más la mano derecha, decía, y claro, segunda baraja: un ojo que mira de frente, más allá de las pastillas. Esas veces no despierta, toma agua, continua con las preguntas y mira fijamente todos los angúlos incompletos. Encuentra patrones en los años que no le han traído nada y lo sabe, tercera baraja: alguien importante aparecerá en las siguientes tres semanas. Y sigue el incienso confundido en sus pulmones y un sino inevitable que nunca llega. Despierta en blanco: una mañana estuvo en Barcelona y nadie tomaba su mano. El vestido nunca estuvo ahí, en realidad era entonces cuando tenía qué verdaderamente despertar. Y ya era de noche.

28.1.09

.sueños atrasados. .28.01.09.

He llegado a un pueblo pequeño por la noche. Como si todo el pueblo fueran apenas aquellas calles oscuras por donde llueve o ha llovido, como espejismo de ciudad industrial en decadencia. Llego a mi casa, o a la que debería ser mi casa. Todo como si llegara a una vieja estación de camiones por donde siempre tengo que volver a pasar. Recuerdo veces anteriores, el polvo del camino en que me detenía, el sol terriblemente ardiende con destellos rojos en todos lados. Llego y sé que todo está embrujado, pero la maldición es tan cotidiana como la lluvia o como los ruidos metálicos de todo lo que aún no se ha caído.
La estación de camiones es una gran casa como una gran madre. Y siento como si dentro confluyéramos todos aunque me encuentre sola. Es imposible llegar a los andénes. En medio de la sala de espera, completamente a oscuras, se encuentra una enorme piscina. Con el agua terriblemente clara en cuyo fondo resplandecen unas fuertes luces que hacen que todo aparezca con tonalidades verdes claras. Estoy sentada en una de sus orillas curveadas, remojando mis pies en el agua. Y del otro lado cuatro elefantes se encuentran sentados frente a mí, jugando. Arrojan cada cierto tiempo diversos objetos, casi todos esféricos, hasta que estos chocan contra una red que se encuentra suspendida entre su esquina y la mía. La red golpea los objetos de vuelta que terminan rodando caóticamente por la habitación, dispersos. Lo hacen constantemente y por momentos pareciera que ríen con aquella gracia. Hasta que uno de ellos, el que se encuentra más hacia la esquina derecha arroja una pequeña pelota amarilla, la cuál apenas si consigue golpear la red y resbala hasta quedar flotando en el agua. Las risas se detienen, también los juegos, sin pensarlo el elefante se arroja al agua sólo para descubrir que hacia abajo se tiende un abismo. No puedo moverme y con infinita tristeza contemplo como poco a poco el agua va cubriendo al paquidermo hasta que sólo queda de él su trompa pidiendo auxilio y después ni siquiera eso. Quisiera moverse y entiendo cuán absurdo sería tratar de ayudar a un elefante. Sólo queda la pelota amarilla flotando burlonamente en el agua, como una fruta. Los demás elefantes dejan de jugar.
Me pongo de pie y me alejo, quiero encontrar a alguien más y compartirle la terrible tristeza que tengo dentro. Sólo quiero poder pronunciarlo, que uno de mis elefantes ha muerto y que es muy pesado para mí cargar con ese luto. Quiero el consuelo de las palabras, pero no hay nadie. No puedo llegar nunca hasta la puerta.
Entonces despierto.



En mis sueños suena "Elephant woman" de Blonde Redhead.