24.11.08

.migas de sobremesa.


Agradecer que el mesero te deje el menú en el restaurante donde comes todos los días no es cortesía. Caminas frente a miles de personas, a veces con la vaga sensación de que debes decir algo. Has olvidado cómo era cuando alguien te detenía en la calle para preguntarte si hablabas español, si sabías cuál era la dirección, el autobus, el lugar, si entendías cualquier otro idioma que no entendías. Estás acostumbrada a decirlo todo con la inclinación de tu cabeza, con la risa que no sueltas, con las puntuales correciones en negro bajo la premisa de que no necesitas ser amiga de nadie. Quieres creer que a nadie le sorprende, que nadie espera nada más, que todo puede leerse claramente en tu rostro. No es que estés ocultando nada: muestras tus cartas todo el tiempo.
Te han dicho siempre que pienses mal y acertarás, esperas lo peor de las personas. Pero entonces alguien se sienta junto a ti y sonriendo se presenta. Sin necesidad, vas a decirte, te deja su nombre y una sonrisa. No espera nada y no sabes darle nada.
Ante esas cosas, ante esas cosas pequeñas, no sabes cómo reaccionar.

2 comentarios:

ANDREA dijo...

La vida nos va cambiando, nos hace ser más desconfiada, pues no sabes con quien vas a encontrarte, pero lo que si hay que sabes, es que todo el mundo no es así, si no que hay personas que estan ahí para ayudar a los demás, eso es lo que importa, aúnque sea una sola persona la que ayude (por lo menos hay alguien), ha valido la pena.

Un Saludo

Isabel Tejada Balsas dijo...

me llegó muy adentro, como siempre que me encuentro entre tus palabras, como siempre que parecen que hablan de mí, pero no soy yo, y me hacen sentirme menos sola, menos rara

gracias por eso .^