Nos queda el cansancio crónico como la excusa de siempre, el coctel de frutas sin papaya, el letrero de McDonalds como muérdago inoportuno, la tienda de películas que nunca está en la calle correcta, la esquina del primer hotel, la terrible sopa del día, tres mil segundos menos, Olivia y todos los malabares de sus circos, libros de lugares a los que nunca iremos, cajas que debían llevarme en otras direcciones, el eco del grito de los pavorreales, los hombres que se caen con sus martillos, heridas profundas que no podemos suturar sin romper los vasos, palabras encadenadas en nuestras tardes. Nos quedan las preguntas sobre la mesa. Lo cotidiano, lo esperado inesperado, el te veré mañana con helado. Antes de que se termine el día.
2.12.08
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4 comentarios:
Todo puede ser muérdago improvisado.
heridas profundas que no podemos suturar sin romper los vasos
y yo me pregunto, ¿cómo se suturan las heridas invisibles? :/
besos heridos .*
Nos queda París, siempre. Y su inventiva de sueños.
Miau
Tengo que decírlo. Hoy me has alegrado el día.
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