30.9.08

.sueños atrasados. .29.09.08.

Parece un viaje largo pero no sé a dónde nos dirigimos. Voy en un coche pequeño, sin mirar a quien conduce, y puedo notar cómo delante de nosotros una línea espacia de otros automóviles nos van guiando hacia nuestro destino. Van suficientemente lejos como para no distinguir las figuras dentro.
Avanzamos sobre la arena, junto a nosotros un cuerpo de agua parece no terminar de decidirse entre ser mar o laguna. Del otro lado un habitat tropical apenas si asoma por sobre enormes montes de arena. Mi mente va perdida, no me doy cuenta en el momento en que entramos directamente al agua. Es un retorno a mis viejas pesadillas infantiles, en que siempre caíamos al agua, el coche se hundía y, claro, pesadilla al fin y al cabo, las puertas no podían abrirse. Me asusto mirando como el agua sube alrededor del coche que no deja de avanzar, pero veo que delante de nosotros los coches se internan en la enormidad de ese cuerpo húmedo, y quien va conduciendo me dice que nada pasará. Seguimos avanzando, veo como una pequeña capa de agua comienza a entrar al coche como si mi ventana estuviera abierta y el agua apenas si alcanzara a rozarla.
Cambio de sueño como si me hubiese bajado del auto antes de entrar al agua. Me encuentro de pie en la arena, el habitat se ha vuelto una suerte de manglar enterrado en tierra, sobresaliendo azarosamente en mi camino. Avanzo, como si tuviese que llegar a alguna parte, como si me hubiese alejado y tuviera que volver. En el camino me encuentro con Eduardo, apenas viste unos boxers de playa oscuros y se une a mí en el camino sin decir nada. Su torso desnudo parece irse transformando conforme avanzamos, como si sus músculos, su piel, respondieran a designios propios más allá de su constitución anatómica. Llegamos a un pequeño descanso arenoso entre varias raíces altas de árboles tropicales. Me ayuda a subir y nos sentamos por un momento. Yo no quisiera hablar así que él comienza a hacerlo, como si estuviera contando un cuento. Me pregunta por qué no puedo perdornarlo y le digo que sencillamente no puedo, que jamás nos perdonaremos. Se abraza a sí mismo en posición fetal y comienza a llorar, pero como si el llanto fuese tan solo una vibración leve pero errática de su mismo cuerpo. No puedo verle la cara entonces y no se escuchan sollozos. Continuo mi camino dejándolo solo.
El resto del sueño transcurre en otros sitios, en calles, en lugares oscuros. Pero hasta donde puedo precisar estaba en esa playa, con el sol brillante que no alcanzaba a quemarnos. Eventualmente despierto.




En mi sueño suena "Verano traidor" de Vilma Palma e Vampiros.

2 comentarios:

Isabel Tejada Balsas dijo...

"Me ayuda a subir y nos sentamos por un momento. Yo no quisiera hablar así que él comienza a hacerlo, como si estuviera contando un cuento. Me pregunta por qué no puedo perdornarlo y le digo que sencillamente no puedo, que jamás nos perdonaremos. Se abraza a sí mismo en posición fetal y comienza a llorar, pero como si el llanto fuese tan solo una vibración leve pero errática de su mismo cuerpo. No puedo verle la cara entonces y no se escuchan sollozos. Continuo mi camino dejándolo solo."

Buff, brutal...Que talento tienes para contar la realidad de una forma tan real, que envidia niña :)

(me alegra que sigas viva ^^ )

Anónimo dijo...

El perdón es balsámico. Pero en realidad no obedece a nuestra voluntad. Es cierto que en ocasiones querríamos, pero no podemos perdonar. Ni olvidar.

¿Te dije que disfruto?

Un beso.