11.9.08

.sueños. .11.09.08.

Estoy dentro de una amplia habitación, esas habitaciones enormes de casas viejas, con baldosas verdes de formas complicadas. Está vacía, además del polvo y el aire encerrado, de un lado hay una puerta y del otro se adivina apenas la salida hacia un balcón. Me baño dentro de aquella habitación, conductos de agua por el techo derivan en regaderas que la arrojan sobre mi cuerpo vestido, que luego se escapará hacia las puertas. Me ilumino sólo con la luz que logra filtrarse por la salida al exterior.
Del otro lado de la puerta está Lili, me habla aunque es poco lo que puedo entender de todo lo que dice. Le digo que pronto saldré y hablaremos, ella insiste en si me llevaré el perro a casa. Recuerdo entonces que le dije que lo pensaría, cuando ella abre la puerta y un pequeño french puddle entra rápidamente al cuarto, dando vueltas y mojando sus pies en el agua. Yo ya no estoy mojada. Lo levanto y le digo a Lili que no me gustan los perros, que mi mamá tiene asma y que no podría lidiar con él dentro de la ca. Ella parece aceptarlo sin más y caminamos juntas hacia otros lugares de la casa.
En realidad la casa es enorme, como una ciudad contenida en sí misma a través de pasillos y cuartos irregulares que van cambiando constantemente de estilo, pero que jamás dejan entrever el exterior. Caminamos mucho, atravesamos pequeños puentes, salones, patios interiores. La casa es entonces una escuela y hay una gran reunión a la cuál tengo que llegar.
En un patio interior, completamente recubierto de cemento, hay muchas personas, muchos niños y padres, y hay alguien entre todas ellas que habla fuertemente tratando de guiarnos. Intentan rezar, pero es imposible poner un orden. Los textos están en distintos formatos, cada quien sostiene folletos, libros, hojas sueltas, con distintas frases que no alcanzan a organizarse. Yo sostengo una gran hoja de periódico, toda en negro con pequeñas letras blancas con alguna oración. Lo religioso se ha confundido con otros discursos y nadie está seguro de lo que debe decirse. Yo trato de comenzar, de leer lo que dice aquel periódico pero cuando trato de enfocarlo las letras se vuelven más pequeñas, más incompletas y no entiendo las frases. La voz en alto me dice que si no sé leer, así que me detengo. Un grupo sentado frente a mí sostiene más folletos y veo entonces que tienen textos que los demás desconocen.
Dejo el lugar y vuelvo a internarme por los pasillos de la casa, me alejo, termino en una cocina, sentada en una mesa redonda de madera clara. Frente a mí hay una mujer que toma té o café en silencio. Entonces entra mi madre a la cocina y se sienta junto a ella y le dice algo en voz baja. Yo no necesito escucharlas para saber lo que están diciendo. Le pregunto a mi madre si mi abuelo ha muerto. Ella no responde nada y sólo me mira, adivino sus respuestas y siento el aire más espeso, algo golpea mi pecho. Vuelvo a adentrarme en los pasillos de la casa hasta que entro, de noche, en la habitación de mi otra abuela. El lugar parece enorme y a lo lejos sólo se vislumbra la cama, la luz clara que entra por la ventana apenas si alumbra la figura recostada en la cama. Mi abuelo, sin sábanas, sin almohadas, su cuerpo frágil acostado, extendido, en la cama. No tiene camisa y su torso luce extremadamente delgado, su respiración violenta oscila entre agigantar su pecho y pegar la piel a los huesos. Respira bruscamente, antecediendo el momento en que dejará de hacerlo. Una voz que debe ser suya pero más grave me pregunta porqué no lo toco, aunque sus labios no se mueven. Pongo mi mano extendida sobre su pecho, su piel está fría, suave, delgada, como si en cualquier momento mi mano fuese a perderse en ella como en un cuerpo de agua. Su respiración casi parece una melodía triste, siento entonces que hay muchas personas, vestidas de negro, alrededor de nosotros, que lo miran sin ojos en esos últimos momentos.
Lo miro triste, tranquila, llena de amor.
Y entonces despierto.



En mi sueño suena "I cannot look away" de Sounds Of The Blue Heart.

2 comentarios:

Isabel Tejada Balsas dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
R. dijo...

"Su respiración casi parece una melodía triste"


Leer algo como esto a ritmo del tributo a Calamaro,a las 4:41 de la madrugada,hace que al menos el insomnio este que algún día acabara conmigo tenga algo bueno.